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5 mai 2003

Argentinazo, la alternativa política que no fue

Frustración para las izquierdas

par Luis Bilbao

 

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En las selecciones del próximo domingo 27 de abril 2003 los candidatos con mayores posibilidades encarnan la estructura tradicional del poder rechazada por el ciudadano en diciembre 2001. Los mismos que expusieron su impotencia y sus pústulas desde el retorno de la legalidad constitucional, en 1983. Los mismos individuos y aparatos sometidos - o prefabricados por - a centros de poder económicos extranjeros y locales compelidos a succionar hasta la ultima gota las riquezas del país. Parafraseando una expresión que cobró notoriedad : "se quedan todos". Por ahora.

¿Cómo pudo ocurrir ? A lo largo de 2002 la energía social detonada en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, prolongadas luego en el vigoroso fenómeno de las asambleas barriales y el estado de conmoción popular, se desvaneció sin dejar saldo en términos políticos : la ciudadanía tiene varias opciones alternativas ante las urnas, pero ninguna logró unificar el repudio a las dirigencias tradicionales, ni mucho menos alcanzar una clara definición programática, capaz de suscitar apoyo social mayoritario.

Nada se pierde, asegura con rigor científico la primera ley de la termodinámica. Pero ¿Donde està, en qué se ha transmutado aquella formidable potencia contestataria ? El punto de partida es un derrumbe total de los partidos, peronista y radical, dominaron el escenario político argentino durante el siglo XX. No quedó de ellos nada semejante a sí mismos, uno por fragmentación y el otro por cuasi extensión. Y el saldo es la crisis política más grave de la historia argentina : por primera vez desde la organización nacional, las clases dominantes carecen de estructuras políticas -y en general de todas las instituciones que articulan el Estado- para ejercer de manera durable el poder, sea por medios pacíficos o violentos.

No obstante un candidato de aquellos partidos repudiados por la ciudadanía será casi con certeza Presidente a partir del 25 de mayo. ¿Porque plasmó una opción distinta ? Acaso las condiciones, pese al rechazo masivo, no facilitaban el camino : los movimientos obrero y estudiantil, protagonistas fundamentales de todas las grandes batallas políticas del siglo XX, se mantuvieron ausentes durante la década de 1990 y no se sumaron como tales a la erupción de diciembre de 2001. No es fácil edificar una fuerza política de envergadura social sobre la base de sectores de clase media, desocupados y empleados del Estado, los únicos movilizados.

En todo caso, hubo numerosos intentos desde la izquierda del espectro político.

"Izquierda" concepto ambiguo, equívoco, como su origen histórico sugiere : el conjunto diverso de diputados que se ubicaba en ese flanco del recinto en la Asamblea Nacional en los primeros tiempos de la Revolución Francesa de 1789. Entendido hoy con la misma amplitud, ese arco iris ideológico y político argentino realizó -en conjunto y cada segmento por su lado- sucesivos movimientos para crear una alternativa.

El inédito vacío político y los bruscos cambios en la percepción y el ánimo de grandes sectores sociales inducían que una gran mudanza estaban al orden del día. Probablemente no hay otro ejemplo en el mundo -con excepción de Albania una década atrás- donde pudieran verse manifestaciones de iracundos ciudadanos gritando contra bancos y banqueros y esgrimiendo martillos, palos y ollas para golpear los majestuosos portales de los templos del dinero, desde entonces vallados y recubiertos con planchas de acero. Tampoco hay paralelos en la conjunción de dos sectores sociales refractarios : desocupados y clases medias se encontraron en las calles y enfilaron sus estentóreos reclamos contra el gobierno, el Fondo Monetario Internacional, los banqueros y los "políticos".

Durante el primer tramo del gobierno de Eduardo Duhalde el ministro de la Economía Jorge Remes Lenicov aportó leña para el fuego social. Su tarea fue sincerar el dato más brutal del desfasaje económico acumulado durante una década : la distancia entre realidad y el peso convertible uno a uno con el dólar. Como era previsible, el costo del desmesurado ajuste se descargó sobre las capas medias, profesionales y asalariados, con la consecuente exacerbación de la virulencia opositora  [1]. El clima fue confundido con una "situación pre-revolucionaria" por organizaciones que, en lugar de buscar puntos en común de la creciente mayoría que comenzaba a salir del letargo, centraron su objetivo en ocupar puestos de comando en las asambleas populares. Lo lograron como el general Pirro : para vencer la batalla imaginada como prologo del asalto final, contribuyeron a destruir el ejercito que aspiraban a conducir. Un caso análogo ocurrió con los desocupados : prácticamente cada partido creo su propia estructura en ese ámbito y el movimiento social ingresó en un periodo de fragmentación que aun no ha terminado.

Esa dinámica se aceleró con el nuevo ministro de Economía, Roberto Lavagna, que instrumentó planes de ayuda social en masa y paliativos para la retención de depósitos bancarios, mientras aprovechaba políticamente la imposibilidad de pagar todo lo requerido por vencimiento de la deuda interna. El Gobierno comenzaba a afirmar los pies sobre tierra. Dividido y en parte cooptado el movimiento de desocupados, notoriamente menguada la masividad y el activismo de las asambleas, diluida casi la protesta de las clases medias, se esfumaba la posibilidad de hallar un punto de unión a gran escalas obre la base de las propias instancias gestadas por la ciudadanía ante la crisis.

Ya en otro clima social, todavía en tensión pero progresivamente desmovilizado, el vacío político indujo otro intento, plasmado en una foto que recorrió el país : el gobernador peronista de Santa Cruz Néstor Kirchner, la diputada ex radical Elisa Carrió y el jefe de gobierno porteño, Aníbal Ibarra, ex franja de izquierda del gobierno de la Rua. El ala más moderada del flanco político izquierdo parecía dar la palada simbólica en los cimientos de un nuevo edificio. Aparte el registro gráfico, en unos días no quedó nada de aquello. No hay documentos, debates públicos, confrontaciones de programas, que permitan ir más allá de la conjetura para explicar el nulo resultado de aquella aproximación.

Meses después en el cuadrante opositor al gobierno peronista la aguja giró hacia la izquierda con otra fotografía : Carrió ahora aparecía junto al titular de la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Victor de Gennaro, y al diputado Luis Zamora, líder de Autodeterminación y Libertad. "Que se vayan todos", fue la consigna común, retomada del movimiento espontáneo de meses atrás. Duró más que el amago anterior ; pero no demasiado. Apenas semanas más tarde las tres vertientes no volvían a causes individuales, sino que arreciaban en denuncias mutuas. Peor aun, en cada una de las partes se producirían fracturas : Carrió rompería con la que fuera base conceptual y política de su fracción, el Partido Socialista liderado por Alfredo Bravo ; Zamora se enfrentaría en durísimos y pocos políticos términos con el otro diputado -el único- de su equipo, José Roselli, lo que daría lugar al desencanto y a la disgregación en las filas de su incipiente organización ; De Gennaro comprobaría que su paso hacia una instancia política ahondaba las grietas de la CTA.

Con todo, una nueva instancia alentó expectativas en cuadros y activistas ansiosos de vislumbrar una salida : el IV Congreso de la CTA, del cual se esperaba la concreción de "un movimiento político social", la unificación de contingentes diversos en una herramienta política común  [2]. Alrededor de diez mil delegados y activistas invitados se dieron cita en diciembre pasado en Mar del Plata, donde el propósito fue formal y ruidosamente proclamado. Pero tras el impulso inicial el movimiento se detuvo. Y como un río al que se le levanta un dique, derivó por múltiples causes de escaso caudal que en lugar de afirmar un punto de unidad social y política para la mayoría de la sociedad que reclama un cambio, contribuye a aumentar la fragmentación, la confusión y el desánimo.

Frente a Frente

Para ese entonces ya el gobierno había alcanzado éxitos impensables meses antes. El más importante -el más inverosímil- fue crear la impresion en el conjunto social, atravesando clases y sectores, de que Argentina había salido del tirabuzón que lo arrastra al abismo. La negociación por los pagos de la deuda externa fue presentada como resistencia ejemplar a las exigencias del FMI ; el impacto de la devaluación sobre las exportaciones y el fin de la invasión importadora se demostró como política de reactivación y crecimiento ; la distribución de subsidios fue exaltada como solución a la pobreza...

Una ilusión de los sentidos explicable sólo por la ausencia de pensamiento crítico encarnado en dirigentes con autoridad ante la sociedad y por el papel de medios de comunicación en general complacientes, sin contraparte a escala masiva. El hecho es que se creó una suerte de realidad virtual, tan carente de sustento objetivo como de obligadamente transitoria, pero no por ello menos eficiente en la coyuntura : pese a la drástica translación de ingreso sen perjuicio de los asalariados, desocupados, y demás sectores de ingresos fijos, pese a la permanencia de todos los factores por los cuales Argentina cayó, el gobierno logró desactivar la protesta social mientras la oposición se fragmentaba y, aunque en el limite de la fragilidad y el desprestigio, articular una oferta electoral apuntada a legitimar una administración que afronte la ineludible reaparición de la crisis económica y social.

Esa misma irrealidad, en su expresión invertida, afectó el segmento más radicalizado de las izquierdas. Al parecer sin percibir la parálisis que del proletariado industrial se extendía a los propios los propios sectores medios y marginalizados, se puso fija a otro "argentinazo" : el aniversario de las jornadas del 19 y 20 de diciembre 2001. Allí sí, se irían todos ¡incluso el gobierno transitorio ! Inútil describir lo ocurrido. El "argentinazo" fue una marcha multitudinaria, quizás la más importante del periodo  [3], pero en términos políticos fue otra muestra de fragmentación, debilidad y sectarismo, desarraigado social y ausencia de brújula. En cualquier caso, y una vez más, nada efectivo salió de esa convocatoria.

A partir de allí quedaba consumado el hecho decisivo del año : los responsables directos del desastre nacional habían tomado la iniciativa política. Sólo le restaba consolidar la división de los trabajadores, las clases medias y todos los sectores golpeados por la crisis. En este punto hubo otro intento unitario : el de la Izquierda Unida con otros agrupamientos de mayor radicalidad verbal, en particular el Partido Obrero. Pero aquí no se trataba de un plan para ocupar el lugar vacante en la sociedad ni de acordar una propuesta para el conjunto social dispuesto al cambio, sino de una operación apuntada para los comicios ya instalados en el escenario más propicio para el establishement. El resultado era previsible : la discusión por candidaturas impidió la concreción de esta módica convergencia.

El revés de la Trama

El hundimiento de los partidos tradicionales no es un fenómeno exclusivamente argentino. Brasil vio en 1989 la emergencia de dos fuerzas nuevas que ocuparon todo el espacio : una, creada a ultima hora por quienes avizoraban la debacle, llevo a la presidencia a Fernando Collor de Mello ; la otra derrotada con malas arts en la segunda vuelta, se afirmaría como oposición y trece años más tarde conquistaría el gobierno : el Partido de los Trabajadores (PT)  [4]. Pese a su derrota, la existencia del PT produjo su caída del corrupto gobierno de Collor de Mello y garantizó la afirmación del régimen constitucional. En Venezuela también en 1989, el "Caracazo" trazó el límite definitivo para los partidos que se habían alternado en el poder durante casi medio siglo como directa prolongación de las fuerzas conservadoras tradicionales : el socialdemócrata Acción Democrática y el socialcristiano COPEI. En este caso hubo también un gobierno que prolongaría, con matices formales, el periodo anterior. Pero al cabo de una década la recomposición política tomo cuerpo con las sucesivas victorias electorales de Hugo Chávez.

La diferencia de Argentina respecto de estos procesos es que el movimiento social no halla cauce político, líderes que lo expresen, organización que lo articule, al menos hasta ahora. Esa carencia compromete el futuro del país, provoca desazón y afecta con rudeza a figuras políticas que apenas meses atrás se presentaban como posibilidad de recambio efectivo. Kirchner acabo siendo candidato del aparato justicialista comandado por Duhalde y otros señores feudales de l avieja política. Elisa Carrió pasó de las fotos aludidas a la designación de un liberal-conservador acompañante en su fórmula. El Partido Socialista, único caso de convergencia (es la fusión de las fracciones PS Democrático y PS popular), se enfrasca en la posibilidad de obtener algún punto más en el escrutinio, detrás y lejos de quienes disputaran el gobierno. Lo mismo ocurre con el otro extremo del arco de Izquierda. Después de reiterar su disposición a crear "un movimiento político-social", De Gennaro observa la diáspora de las partes componentes de la CTA, cada una apoyando candidatos diferentes (Partido Socialista, ARI, Izquierda Unida, un Partido de los Trabajadores limitado a una de las fracciones de la CTA y sólo a la provincia de Buenos Aires, más numerosas tendencias que optan por variantes de voto protesta o en blanco). "No soy quien para avalar o proscribir", dice De Gennaro  [5], en una confesión tacita de que sigue siendo el dirigente de una central de trabajadores, pero no del movimiento político que esperanzó a muchos en el congreso de la CTA. Zamora a su vez insiste con la consigna "que se vayan todos" pero elude la responsabilidad de construir los instrumentos para ocupar el espacio que quedaría vacío y hasta se compromete con la noción, ultima moda, de "hacer la revolución sin tomar el poder".

Haber creído que un régimen se lo derriba con cacerolas, desconocer la necesidad de unir, organizar y articular alianzas, desdeñando de ese modo la fuerza que se enfrenta, son errores coyunturalmente decisivos para formaciones políticas en transición. En ausencia de la participación efectiva de los trabajadores con ocupación -y específicamente del proletariado industrial- y todavía en la estela de confusión teórica y desmoralización política dejada por el derrumbe sin honra de la Unión Soviética, la búsqueda de respuesta de alcance estratégico se manifesta de este modo caótico.

El impresionismo que hizo creer en un "argentinazo" exitoso e inminente a comienzos del 2002 no debiera repetirse a la inversa, concluyendo que todo está perdido. Todos e transforma, sí ; pero nada se pierde. El esfuerzo, la pasión, la esperanza, la energía enorme de las luchas del ultimo año (incomprensibles sin las que vienen desde los orígenes del país), puede no expresarse, o hacerlo equívocamente, en las próximas elecciones, pero están allí. Las izquierdas perdieron su oportunidad en este tramo vertiginoso del devenir político argentino. Pero la oportunidad perdida es en ultima instancia la argamasa necesaria de un futuro diferente. No se trata optimismo panglossiano. Los riesgos de desagregación social y consolidación de fuerzas ultrarreaccionarias son enormes y están a la vista. Para evitarlos se puede aun contar en Argentina con una singular - y en más de un sentido única por su riqueza y desarrollo- tradición de pensamiento, organización, capacidad de entrega y sacrificio, acumulada durante dos siglos de luchas sociales.

Titulo original : La alternativa política que no fue
© LMD Ed. Cono Sur

Le Monde Diplomatique, el Dipló, Abril 2003

Notas :

Notes

[1Alfredo Eric y Eric Calcagno, "Que se vayan los dueños", Le Monde diplomatique, edición Cono Sur, octubre de 2002.

[2Luis Bilbao, "Oportunidad par aun gran debate" ; Le Monde diplomatique, edición Con Sur, agosto de 2002.

[3"Un acto multitudinario cerró la protesta...", Clarín, Buenos Aires, 21-12-01.

[4Luis Bilbao, "PT Brasil" ; Búsqueda, Buenos Aires, septiembre de 1990.

[5D’Elía lanza el Partido de los Trabajadores" : Clarín, Buenos Aires 25-3-03.

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