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28 septembre 2017

Tras las elecciones alemanas el eje franco-alemán es más difícil todavía

par Rafael Poch de Feliu*

 

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Hace mucho tiempo que los intereses nacionales de Francia y Alemania están en abierta contradicción porque el terreno de juego es prusiano y en lo fundamental está blindado contra el cambio y las enmiendas.

Los gobernantes de la nueva Alemania sin complejos que resultó de la reunificación han ido degradando los tres pilares que rehabilitaron al país desde el desastre hitleriano : el Estado social, la integración en la Unión Europea y la política de distensión hacia Rusia conocida como Ostpolitik. En su lugar hoy tenemos una Europa alemana con recortes que sacuden el consenso social de la posguerra, con más desigualdad, precariedad y pobreza, una estrategia nacional-exportadora a costa de los socios, y una absurda guerra fría con Rusia con nuevos drang nach Osten en Ucrania. Todo eso está desintegrando a la Unión ­Europea.

Hoy se añade un nuevo dato : en ningún país de Europa Occidental están los nacionalistas tan fuertemente representados como en Alemania. ¿Dónde quedan las afirmaciones de los profesionales del ­europtimismo ? « La ola populista se ha roto », decían después de que los avances de la ultraderecha en Holanda, Francia y Austria no se tradujeran en victorias. La crisis se ha superado, pregonaban, « tenemos de nuevo el viento en popa », dijo Jean-Claude Juncker. Y en eso llegó Macron, la nueva esperanza blanca con su imposible ecuación : hacer las reformas pendientes en Francia para pedir a cambio rediseños fundamentales en el blindado euroestadio prusiano. Esa ilusoria concertación del eje franco-alemán lo tiene ahora un poco peor.

Una Merkel más débil no ayuda, sino que complica, la ambición de Macron de llegar a un entendimiento con Berlín. Con los ultras en el Bundestag y los liberales del FDP (euroescépticos) quizá en el gobierno, el margen de Merkel para conceder migajas al francés se ha reducido.

En Francia, Macron ha perdido las elecciones senatoriales (ha obtenido dos o tres veces menos senadores de lo que esperaba), lo que corre el telón sobre cualquier plan de reforma constitucional. El prestigio del presidente cae y las protestas contra sus reformas, cuya aplicación apenas ha empezado, aumentan poco a poco.

Después de este fin de semana, tanto en Francia como en Alemania hay gobiernos y líderes más débiles. En Alemania la contestación es por la derecha, en Francia parece que gira a la izquierda. En ninguno de los dos casos es gran cosa, de momento, pero todo apunta a que irá a más. Se espera la “chispa”. En estas condiciones la “refundación” de la Unión Europea que el voluntarismo de Macron pretendía se hace aún más difícil.

Mientras tanto, las cuatro brechas siguen ahí : la fundamental y nunca reconocida oficialmente franco-germana, la del Este, la del Sur y la del Brexit. Macron hablará hoy en la Sorbona sobre su refundación. Habrá que escucharle. Pero la Unión Europea, tal como la conocíamos, ha dejado de existir. Cuanto antes lo reconozcan los europtimistas profesionales, tanto mejor.

Rafael Poch*, Corresponsal a París para La Vanguardia.

La Vanguardia. Catalunya, 26 de septiembre de 2017.

* Rafael Poch, Rafael Poch-de-Feliu (Barcelona, 1956) ha sido veinte años corresponsal de La Vanguardia en Moscú y Pekín. Antes estudió historia contemporánea en Barcelona y Berlín Oeste, fue corresponsal en España de Die Tageszeitung, redactor de la agencia alemana de prensa DPA en Hamburgo y corresponsal itinerante en Europa del Este (1983 a 1987). Actual corresponsal de La Vanguardia en París.

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