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30 août 2013

Raúl Zibechi : « La búsqueda eterna de un mundo más justo »

par Raúl Zibechi *

 

Raúl Zibechi, periodista y pensador uruguayo presentó un libro que escribió junto a Michael Hardt. Allí traza un mapa latinoamericano con luchas inconclusas y prolongadas.

Como consecuencia del modelo imperante que deja a una parte de la población afuera estamos entrando a una nueva etapa de la conflictividad social, entiende el pensador y activista uruguayo Raúl Zibechi, a propósito de su paso por la ciudad de Buenos Aires para presentar su último trabajo « Preservar y compartir, bienes comunes y movimientos sociales » (Mardulce). En estas páginas, en las que dialoga con el filósofo estadounidense Michael Hardt (autor de « Imperio » con Toni Negri), profundiza en el rol de los gobiernos progresistas, observa las transformaciones globales frente a la emergencia de China y Brasil como potencias, y presta especial atención a los movimientos sociales en cuanto posibilitadores de un viraje hacía un mundo más justo. En la medida en que « la gente no sólo reclama sino que construye sociabilidades, y no espera todo del Estado  ». Gérmenes de lucha que emergen como rechazo al modo de producción extractivista que « expulsa a la gente del campo, generando desigualdad y bolsones de pobreza en la ciudad ».

En América Latina y en el mundo, reflexiona el escritor y periodista, « hay varios ejes de conflicto, algunos con mayor visibilidad : la minería está siendo contestada de manera global, desde Patagonia hasta México, desde Perú a Estados Unidos. Por otro lado, comienza a haber un fuerte rechazo a los monocultivos, por los efectos de la contaminación, y a vislumbrarse lo que Enrique Viale (abogado ambientalista) conceptualiza como ‘extractivismo urbano’, una disputa por el espacio con objetivos de especulación que comienza a aparecer en la ciudad ».

En ese sentido, ¿qué posición deberían establecer los movimientos emancipatorios o antisistémicos frente al Estado ?

Tienen necesariamente una doble dinámica que jugar. Una de demanda, de exigencia a que el Estado cumpla, y otra de construcción de aquello que éste nunca les va a dar. Al generar desde un comedor, una salita sanitaria o un centro cultural y educativo, los movimientos garantizan que todo tenga un sello propio, con elementos de horizontalidad y estructuras menos jerárquicas o burocráticas. Una impronta que es en parte lo que hay, pero también es lo nuevo. Porque no todo lo que existe es un desastre. Obviamente esta particularidad se logra si es un movimiento verdaderamente emancipatorio y no puesto en función de satisfacer a los llamados ‘punteros’. Porque si algo aprendió el poder es a clonar movimientos. Por eso sólo a través de las prácticas es posible distinguir si es verdaderamente emancipatorio o está creado desde el Estado. La importancia de arraigarse en el territorio de la forma más autónoma posible y el hecho de empezar a resolver los problemas sin esperar que lo resuelvan otros es el gran aporte de los movimientos indigenistas y del zapatismo en particular. Es decir, si el Estado aporta los recursos mejor, pero no se puede establecer relaciones de dependencia.

En esa dinámica, ¿cuál debería ser el papel del científico social o intelectual ?

A mí me da mucha alegría cuando voy a los barrios y veo a los jóvenes universitarios elaborar teoría en conjunto con los propios actores, eso enriquece al movimiento pero también a los profesionales. Si es que hay intercambio y comunicación desde un lugar de igualdad. La elaboración de la teoría social no puede estar despegada de los sujetos, necesariamente tiene que estar muy ligada.

¿A qué conclusiones arriba cuando observa el mapa de América Latina en relación a sus gobiernos progresistas, que tal como usted entiende, no logran romper con los modelos que generan desigualdad social ?

Yo creo que la diferencia entre un gobierno progresista y otro conservador se ha achicado. A mí me gusta establecer dos genealogías : una la de los gobiernos en los que a partir del conflicto social el sistema de partidos políticos se rompió, como en Venezuela o Bolivia ; y otra de los países donde el sistema de partidos se mantuvo como en Uruguay y Brasil. Argentina es un caso intermedio pero últimamente más parecido a estos dos últimos : el sistema de partidos crujió pero no se rompió. Aunque si uno toma lo discursivo como variable de análisis, pareciera que hubiera cierta similitud entre los gobiernos que abusan del discurso como el de Argentina y el de Bolivia, donde hay una fuerte apuesta a una construcción discursiva muy frontal, pero en los hechos no son tan radicales. En fin, creo que los gobiernos que hablan mucho, hacen poco. Hay un cambio en la región que requiere empezar a leer no sólo los discursos.

¿Y en esa lectura dónde ubicaría a Brasil ?

Brasil es un país muy potente, es la sexta economía del mundo y va a pasar a ser la quinta en poco tiempo. El gobierno es muy suave discursivamente pero es el país que marca la agenda de la región, y el que tiene un conflicto de fondo con los Estados Unidos de América. Todos son gobiernos extractivistas pero yo creo que en este momento, al no estar Hugo Chávez, el eje del discurso anti Estados Unidos, el lugar como referente de los gobiernos latinoamericanos, tiende a ocuparlo Lula. La diplomacia brasileña ya jugaba y está jugando un papel fundamental en la región.

Frente a la consolidación de Brasil y en un mundo multilateral ¿qué relación es posible esperar entre ambos países ?

Brasil y Argentina históricamente estuvieron en competencia y aunque en los últimos veinte años, Brasil es la potencia (con una distancia sideral con Argentina) necesita de una alianza estratégica con ese país para traccionar y estabilizar a la región. Y si tanto las elites brasileñas, que son bastante estables, como las argentinas, que son bastante inestables, marchan tendríamos una alianza consolidada en donde podría haber complementaridad a nivel industrial y productivo. La Unión Europea se formó a partir de una complementaridad productiva y social, donde los países más ricos transferían recursos a los más pobres. Uno de los grandes problemas de la región es que los países compiten con los mismos productos en los mismos mercados : Brasil, igual que Argentina, son grandes exportadores de soja y carne.

Usted acentúa que la democracia como sistema representativo está agotado, ¿dónde encuentra actualmente mecanismos de expresión alternativos ?

Entiendo que es necesario instrumentar nuevas formas de poder, con capacidad resolutiva en los más diversos espacios. ¿Qué hubiera pasado si las asambleas de 2001 se hubieran estabilizado y hubieran terminado siendo órganos que pudieran decidir sobre la política minera ? Hoy se disolvieron pero la gente se sigue movilizando. Si uno observa las últimas marchas acontecidas en Buenos Aires en términos de derecha –izquierda, gobierno– oposición se pierde muchas cosas. Cuando la gente sale a reclamar que no puede comprar dólares, uno dice, ‘sí, es una reivindicación de los pudientes’, pero se olvida de que eso legitima que también los no pudientes puedan hacer lo mismo. Cuando a la cacerola la sacan todos los sectores sociales es que está legitimada la protesta. Creo que los argentinos se mueven y entiendo que en el mediano plazo vamos hacía una aceleración de la política local. Tiendo a pensar que hay un agravamiento de la deslegitimización de los gobernantes. Pero no sabemos qué fuerza va a tener, porque todavía no se manifestó.

Entrevista efectuada por Martina Menzio

* Raúl Zibechi. Journaliste uruguayen, est enseignant et chercheur à la Multiversidad Franciscana de l’Amérique Latine, et le conseiller de plusieurs groupes sociaux.

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