Accueil > Empire et Résistance > Ingérences, abus et pillages > Occidente apuesta todo por la hegemonía, arriesgando todo para evitar la ruina
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De vez en cuando se abre una ventana a la verdad sobre el funcionamiento del ‘sistema’. Momentáneamente, se muestra desnudo en su degeneración. Miramos hacia otro lado, pero es una revelación (aunque no debería serlo). De hecho, vemos claramente lo raídas que estaban las ropas que lo vestían. El aparente éxito del ‘liberalismo’ -casi en su totalidad una efímera producción de relaciones públicas- sólo sirve para hacer más evidentes, más ‘visibles’, sus contradicciones internas subyacentes, mucho menos creíbles.
Este desmoronamiento refleja la incapacidad de resolver satisfactoriamente las contradicciones inherentes a la modernidad liberal. O más bien, su desmoronamiento se deriva de la elección de resolver una legitimidad en declive mediante una búsqueda de hegemonía cada vez más totalizadora e ideológica.
Uno de esas ventanas fue el sórdido asunto de los confinamientos de emergencia por pandemia en el Reino Unido, revelado por una filtración de 100.000 mensajes de WhatsApp de los Ministros que gestionaban el proyecto de confinamiento.
¿Qué mostraban (retomando las palabras de destacados comentaristas políticos pro-gubernamentales) ? Una imagen poco halagüeña de cómo se relaciona el establishment occidental entre sí, enviándose picas como adolescentes y con un desprecio absoluto por el público.
Los ‘Lockdown Files’, publicados en el Reino Unido por The Telegraph, revelan una cultura tóxica en la que cualquier ministro o funcionario que hiciera preguntas « incómodas » sabía que se arriesgaba a ser denunciado, marginado o condenado al ostracismo. Los diputados que se consideraban contrarios a los cierres eran incluidos en una lista roja secreta, y el ayudante del entonces Ministro de la Salud escribió : « La reelección de esta gente depende de nosotros : Sabemos lo que quieren ».
Pero los archivos revelan algo aún más aterrador. ¿Cuál fue la reacción del público en general a la publicación de los archivos ?
Sencillo : la mayoría de la gente está tan adormecida y pasiva -y tan en sintonía- con las repetidas exhortaciones del Estado hacia un nuevo tipo de autoritarismo, que no se preocupa mucho, ni siquiera se da mucha cuenta.
Para ser claros, el episodio del Confinamiento es emblemático de este nuevo modelo de control efectuado por la hegemonía, la ideología y la tecnología. La autonomía del individuo -y su búsqueda de una vida con sentido- se sustituye ahora por su opuesto : el instinto de sometimiento y dominio, y la imposición del orden en un mundo incipiente y aparentemente amenazador.
Como lo ha escrito Arta Moeini, el Estado liberal de gestión basado en la vigilancia se ha transformado en « un Leviatán totalitario y aspirante », fraudulentamente disfrazado de democracia liberal, cuyos elementos clave de libertad han sido sustituidos hace tiempo por sus antónimos, en una inversión orwelliana.
Seamos claros : todos los excesos del poder estatal que tuvieron lugar en el Reino Unido durante la pandemia estaban permitidos bajo el sistema político occidental. El Estado puede suspender el imperio de la ley en cualquier momento por lo que considera el bien común. La pandemia simplemente expuso el funcionamiento de la democracia liberal in extremis, canalizando la noción de Carl Schmitt de que un « estado de excepción » es el código fuente de la "soberanía" del Estado sobre la población.
En este vacío ético, y con el sentido de dirección de la sociedad zozobrando, los políticos occidentales sólo pueden enviarse burdas puñaladas unos a otros, al estilo de El Señor de los Anillos, mientras esperan montar la « narrativa » y el « juego » mediático del momento para « subir su nivel » en la matriz del poder. Para ser francos, la falta de un principio rector más profundo es puramente sociopático.
Sin embargo, al empujar con tanta fuerza el péndulo del esquema liberal hacia el extremo hegemónico, ha provocado que se incendie el otro extremo del espectro del esquema liberal general : la exigencia de respeto por la autonomía individual y la libertad de expresión. Esta antítesis es particularmente evidente en Estados Unidos.
El liberalismo se concibió al principio de la Revolución Francesa como un proyecto de liberación sistémica de las opresivas jerarquías sociales, la religión y las normas culturales del pasado, para que pudiera surgir un nuevo orden de individualismo liberado. Rousseau veía en ello una ruptura radical con el pasado, una desvinculación del individuo de la familia, la iglesia y las normas culturales, para que pudiera evolucionar mejor como componente unitario de una gobernanza universal redimida.
Este era el sentido del liberalismo en su fase inicial. Sin embargo, el reino del Terror y las ejecuciones masivas bajo los jacobinos pusieron de relieve el vínculo esquizofrénico entre la ‘liberación’ y el deseo de imponer la conformidad en la sociedad. El persistente llamamiento a la revolución violenta contra la ‘redención’ (utópica) impuesta de la Humanidad marca los dos polos opuestos de la psique occidental que ahora se ‘resuelven’ mediante la inclinación hacia la ‘hegemonía’.
Esta tensión inherente entre la liberación radical del individuo y un ‘orden mundial’ conformista debía resolverse mediante ‘nuevos valores universales’ : diversidad, género y equidad, así como compensación a las víctimas por la discriminación del pasado. Esta ‘modernidad líquida’ se consideraba ‘globalmente neutra’ (en contraste con los valores de la Ilustración) y, por tanto, podía sustentar el orden mundial dirigido por Occidente.
La contradicción inherente a esta situación era demasiado evidente : El resto del mundo ve el orden ‘liberal’ como un medio demasiado obvio de extender el poder occidental. Rechazan su aspecto ‘misionero’ (este aspecto nunca ha estado presente fuera del ámbito judeocristiano) y la pretensión de que Occidente determine los valores (ya sean de la Ilustración o de Woke) por los que todos debemos regirnos.
Más bien, los países no occidentales observan a un Occidente debilitado y ya no sienten la necesidad de ofrecer su lealtad a un ‘señor’ mundial. El meta-ciclo de la occidentalización forzada (de la Rusia de Pedro I, Turquía, Egipto e Irán) ha terminado.
Su mística, su fascinación, han desaparecido, y aunque el cumplimiento del confinamiento en el Reino Unido (y en Europa) se logró mediante un ‘proyecto del miedo’, el éxito se produjo a expensas de la confianza pública. Es evidente que crece la desconfianza en la autoridad de Occidente, tanto dentro como fuera del país.
La crisis de las contradicciones y el declive de la autoridad del liberalismo se está agravando.
Los otros dos mantras de Carl Schmitt eran, primero, conservar el poder : ‘Úsenlo’ (o piérdanlo) y, segundo, configurar un ‘enemigo’ lo más polarizador y ‘oscuro’ posible para conservar el poder -y mantener a las masas atemorizadas y dóciles.
Así hemos visto a Biden, a falta de una alternativa, recurrir al maniqueísmo radical para reforzar la autoridad contra sus oponentes internos en los EE.UU. (irónicamente retratándolos como enemigos de la ‘democracia’), mientras que utiliza la guerra en Ucrania como una herramienta para retratar la guerra de Occidente contra Rusia como una lucha épica entre la Luz y la Oscuridad. Estos códigos ideológicos maniqueos dominan el liberalismo occidental por el momento.
Pero Occidente se ha metido en una trampa : ‘Volverse maniqueo’ lo encierra en una camisa de fuerza ideológica. Es una crisis que Occidente se ha buscado a sí mismo. Está claro que el maniqueísmo es la antítesis de cualquier solución o salida negociada. Carl Schmitt lo tenía claro : la intención de evocar la más negra de las enemistades era precisamente impedir cualquier negociación (liberal) : ¿cómo podría la ‘virtud’ negociar con el ‘maligno’ ?
Occidente es ahora demasiado disfuncional y débil para luchar en todos los frentes. Sin embargo, no puede haber retirada (sin humillación de Occidente).
Occidente lo ha apostado todo a su sistema de ‘control’ gestionado por el miedo y la ‘crisis de emergencia’ para salvarse. Sus esperanzas descansan ahora en su ‘¡Cuidado ! El gran jefe se ha vuelto loco ; podría hacer cualquier cosa’, y él espera que haga retroceder al mundo.
Pero el resto del mundo no retrocede, sino que se afirma. Cada vez menos élites occidentales creen lo que dicen y cada vez menos confían en sus habilidades. Occidente ha ‘apostado’ temerariamente ; puede perderlo todo. O, lo que es más peligroso, que en un arrebato de cólera, puede patear los tableros de juego de los ‘otros’.
Alastair Crooke* para Strategique Culture->https://strategic-culture.org/]
Original : « Betting All on Hegemony ; Risking All, To Stave Off Ruin »
Strategique Culture->https://strategic-culture.org/news/2023/03/13/betting-all-on-hegemony-risking-all-to-stave-off-ruin/], 13 de marzo de 2023
Traducido del inglés para El Correo de la Diáspora por : Carlos Debiasi
El Correo de la Diáspora. París, 14 de marzo de 2023