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25 août 2011

Libia : Ya es hora de hacer un balance crítico

par Carlo Santulli

 

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El Estado libio ha sido bombardeado y luego invadido sobre el fundamento de tres resoluciones sucesivas : la primera adoptado por los Estados del Golfo (Qatar el primero), la segunda por la Liga árabe (gracias a la mayoría poseída por Estados del Golfo, y contra la voluntad de los estados árabes africanos, Egipto, Tunes y Libia que no ha estado en posición de votar sobre una resolución rechazada por Argelia, y la Unión Africana que se ha opuesto a la operación), la tercera, por un pelito, fue la del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (China, Rusia, Alemania, Brasil e India, o sea que los representantes de 3 mil millones de personas, - contra quinientos mil millones de la « mayoría » – no habiendo votado a favor del texto). El motivo alegado por estas decisiones es la « constatación » que Kadhafi habría decidido reprimir manifestaciones pacíficas bombardeándolas (10 000 muertos en total, con 3 000 a Trípoli), y que habría recurrido, para hacerlo, a mercenarios. La televisión de Qatar, Al Jazeera, lanzó este « rumor », recuperado en cadena por los medios de comunicación del mundo entero.

Los expatriados europeos presentes en Libia, sin embargo, no habían oído los bombardeos de civiles. Los satélites rusos no percibieron los aviones sobre las ciudades. Las investigaciones de Amnistía Internacional y de las otras organizaciones independientes después confirmaron, indiscutiblemente, que estos bombardeos nunca se habían efectuado. Tratándose de los « mercenarios » de Kadhafi, sabemos hoy que se trataban simplemente de libios de color (hay miles), y vimos con horror que los « rebeldes » (¿los « manifestantes pacíficos » ?) masacraron a todos los « negros » que estuvieron al alcance de sus AK-47 (Kalachnikovs).

Los Rusos también confirman que Kadhafi tenía armas (se los vendieron ellos) permitiendo aplastar efectivamente la « rebelión » ; él escogió no utilizarlos. Después de más de 40 años de poder, no representaba ninguna amenaza humanitaria para su « propio pueblo » («  its own people  » , según la fórmula escogida por la propaganda de guerra) en general, y en Benghazi en particular. Fundado sobre una mentira, el bombardeo de Libia no estuvo destinado a salvar vidas. Él las apagó y por miles.

La resolución del Consejo de seguridad que es considerada como haber autorizado la guerra contra Libia pronunciaba un alto el fuego ( y es sobre su base que se lo abrió), mantenía un embargo sobre las armas, permitía una zona de exclusión aérea para proteger a las poblaciones, y prohibía toda intervención en el suelo. Sobre este « fundamento », Francia y Qatar (por lo menos) armaron a los rebeldes. La OTAN sostuvo la empresa armada dirigida contra el gobierno (en violación del alto el fuego y provocando miles de muertos), y el suelo libio pulula hoy de tropas extranjeras. La operación a la cual se asistió era pues, una agresión no autorizada por el Consejo de Seguridad. La operación que había sido autorizada, ella, nunca ha sido puesta en ejecución, por lo que no se puede estar sorprendido ya que ella respondía a un objetivo humanitario ficticio.

A pesar de armar de los « rebeldes » y el bombardeo masivo del país, los resultados sobre el terreno fueron un desastre : seis meses de matanzas inútiles. Al haber rechazado la población local claramente al CNT (« rebeldes ») y la OTAN, la intervención giró a la escalada guerrera y a la catástrofe humanitaria. Los miles de muertos y las decenas de miles de refugiados que se había inventado ahora son reales en lo sucesivo : y somos nosotros que masacramos, a « su propio pueblo ». Al cabo de seis meses de fracaso, después de haber bombardeado las ciudades y las infraestructuras civiles del país, la OTAN y Qatar lanzaron una operación de agresión militar de gran envergadura en contra de la capital, Trípoli. Esto resultó una carnicería, anuncios triunfalistas (incluso la falsa captura de dos hijos de Kadhafi, Saïf Al-Islam y Mohammed, y el homicidio imaginario de su hermano Khamis, dado por muerte cuatro veces desde febrero último), y el resultado inexistente sobre el terreno : ni la OTAN, ni el CNT no controlan Libia hoy día. Para sumar lo sórdido a lo trágico, vimos a los « líderes » de la « intervención humanitaria » bajo la OTAN comenzar a hablar del reparto del petróleo libio desde el 23 de agosto. Pero si bien el espectáculo innoble del reparto del botín petrolero bajo los escombros y los cadáveres de la « intervención humanitaria » desenmascara los nuevos « French doctors », muestra también la falta de preparación detrás de esta toma patética, porque los « rebeldes », a fuerza de acercarse día tras día a Trípoli, luego a su centro, hay que hoy están a mil leguas de controlar el país.

El fracaso de la intervención libia pesará sobre la historia de Francia, y sobre los valores que Francia es considerada encarnar. Los hechos confirmaron que la CNT era una junta heteróclita dominada por islamistas de Al-Qaïda y los elementos entre los más reaccionarios de la antiguo gobierno kadhafista. La CNT es incapaz gobernar Libia y, hasta en el este (en Cyrénaïque), no controla a las tribus. La opresión de las mujeres (¡aisladas por una empalizada en pleno Bengazi !) y la desaparición de los servicios públicos, fueron sus dos solas realizaciones en seis meses de « poder ». Suponiendo mismo, que lo que es cada vez más inverosímil, que el sistema político encarnado por Kadhafi (que asegura la gestión del país con un equilibrio intertribal) termine un día de estos por ser vencido, la CNT no se halla en estado de hacerse obedecer por las tribus y ni controlar el país : la derrota improbable misma de Kadhafi resultaría un fracaso.

Más profundamente, la derrota de la OTAN en Libia es una derrota moral y política para Francia, y el modelo « democrático » occidental. Ella confirmó, después de la locura iraquí, que nuestras « democracias » podían revelarse más totalitarias (con la propaganda criminal pública sobre los bombardeos de manifestantes por Kadhafi, después de la propaganda sobre las armas de destrucción masiva en Iraq) y más guerreras que las dictaduras (con la agresión de un país y la escalada mortífera delante de su resistencia, a Libia como a Iraq).

Frente a la aceleración irresponsable de los acontecimientos, con la intensificación de bombardeos inútiles sobre las ciudades libias y la aparición, terriblemente peligrosa, de tropas extranjeras sobre el suelo libio, es indispensable que, los ciudadanos, nos neguemos claramente a tener esta sangre sobre nuestras manos. Ya es hora de gritar que no queremos esta guerra.

* Carlo Santulli es Profesor en la Universidad Panthéon-Assas (París II)

Affaires Strategiques. París, 25 de agosto de 2011.

Traducido del francés para El Correo por : Carlos Debiasi

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El Correo. París, 25 de agosto de 2011.

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