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5 mai 2012

Las viudas blancas de los suicidios en Italia

par Elena Llorente

 

Viudas blancas o viudas de la recesión. Así llaman a las mujeres que quedaron viudas en estos meses porque sus maridos, pequeños empresarios o trabajadores, se quedaron sin trabajo o sin poder pagar sus deudas, y se suicidaron. Viudas blancas porque en sus manifestaciones no hay banderas de partidos políticos sino sólo carteles blancos con los nombres de las víctimas. Las viudas blancas de Italia marcharon ayer en la ciudad de Bolonia –como antes lo habían hecho en otras ciudades– para pedir al fisco comprensión y para demostrar que sus maridos « no eran locos sino sólo desesperados » que se sentían solos frente a las instituciones.

Junto a las viudas desfilaron desocupados, familiares y otros afectados por la crisis económica, guiados por Tiziana Marrone, viuda de Giuseppe Campaniello, un artesano de 58 años que el 28 de marzo se prendió fuego frente a la Agencia de las Entradas (AFIP italiana) de Bolonia como signo de protesta. El pequeño empresario murió nueve días después. « Mi marido era una buena persona, un gran trabajador dedicado a su familia. El se aguantó todo sólo para protegerme », dijo Marrone en el acto. Y agregó que « el Estado tiene que hacer algo por los italianos. Pagar los impuestos es un deber, pero es necesario alcanzar una dimensión humana. Pedimos que el gobierno cambie las leyes y tenga con la gente una relación humana. A los que están en condiciones parecidas a las de mi marido, les pido que hablen con sus propias familias, no se aguanten todo solos », dijo.

Desde que empezó la crisis económica en 2008, unas 25.000 pequeñas empresas han cerrado sus puertas en Italia y desde principios de este año, 32 personas se han suicidado porque habían perdido el trabajo o porque no podían pagar sus deudas siendo empresarios.

El jueves se produjo uno de los casos más alarmantes que por fortuna no terminó en desgracia. Un pequeño empresario de la provincia de Bergamo, Luigi Martinelli de 54 años, se atrincheró en la sede local de la Agencia de las Entradas (virtual AFIP) y secuestró a quince empleados. Armado hasta los dientes con fusil y pistolas, pedía ser escuchado por los periodistas para poder contar los detalles de su situación económica. Después de siete horas y de haber dejado en libertad a catorce personas, convencido por un mediador de lo carabineros, se entregó a las fuerzas del orden que los arrestaron acusándolo de secuestro. La Agencia de las Entradas dijo hoy que la deuda del secuestrador con el fisco oscilaba en torno de los 1 000 euros, una cantidad que no justificaría su actitud y que, de ser cierta, hace pensar en un hombre asustado y desequilibrado por todo lo que está pasando.

« No me siento en condiciones de juzgar a una persona cuyo drama no conozco. Ciertamente ha recurrido a medios extremos y violentos que son condenables, pero veo en él un malestar social. A menudo la gente se siente sola frente a la instituciones », comentó el ministro para la Cooperación y la Integración del gobierno de Mario Monti, Andrea Riccardi.

Las viudas blancas han generado un movimiento de solidaridad con gente proveniente de distintos sectores sociales. Elisabetta Bianchi, una de las organizadoras, no es viuda sino hija de un empresario vivo, pero dice reconocer en su padre cada día la preocupación por la crisis económica. « Pedimos que todas las instituciones de la ciudad donde se han producido suicidios coloquen una placa en su memoria calificándolos como ‘víctimas del fisco’. Porque eso ha sido, una masacre del Estado », dijo.

Marrone contó además a los periodistas que las viudas publicarán un libro contando las dramáticas historias de cada una de ellas y que el dinero que se reúna estará destinado a ayudarlas. Dijo asimismo que será creada la fundación Casa de Giuseppe Campaniello para dar apoyo psicológico y moral a las personas con dificultades económicas. La manifestación terminó frente a la Agencia de las Entradas, precisamente donde Campaniello se prendió fuego y donde su esposa depositó ayer un ramo de flores.

Página 12. Desde Roma, 5 de mayo de 2012.

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