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15 août 2010

Las contradicciones en la izquierda latinoamericana
Immanuel Wallerstein

par Immanuel Wallerstein *

 

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América Latina ha sido una historia exitosa de la izquierda mundial en la primera década del siglo XXI. Esto es cierto en dos sentidos. El primero y que más ampliamente ha tenido difusión es que la izquierda o los partidos de centro-izquierda han ganado una serie considerable de elecciones durante la década. Y colectivamente, los gobiernos latinoamericanos han tomado por primera vez un grado de distancia significativa de los Estados Unidos. América Latina se ha convertido en una fuerza geopolítica relativamente autónoma dentro del escenario mundial.

Sin embargo, existe un segundo camino en el cual América Latina ha sido una historia exitosa de la izquierda mundial. Los movimientos de las poblaciones indígenas en América Latina se han consolidado políticamente por sí mismos casi en todos los lugares y han demandado su derecho a organizar autónomamente su propia vida política y social. Esto convocó primero la atención del mundo con el dramático surgimiento del movimiento Neo-zapatista en el estado mexicano de Chiapas en 1994. Lo que ha tenido menos difusión es la emergencia de tipos de movimientos similares a lo largo y ancho de América Latina y el grado bajo el cual ellos han ido creando una red Inter-americana de sus estructuras organizativas locales.

El problema ha sido que los dos tipos de izquierda – los partidos que han alcanzado el poder y los movimientos indigenistas en los diferentes Estados – no tienen los mismos objetivos y utilizan un lenguaje ideológico bien diferente. Los partidos que han hecho de su principal objetivo el desarrollo económico, lo intentan lograr, al menos en parte, a través de un mayor control de sus propios recursos y mejores arreglos con las empresas, gobiernos e instituciones intergubernamentales exteriores. Estos partidos buscan el crecimiento económico, argumentando que únicamente por esta única vía mejorarán el estándar de vida de sus ciudadanos y se alcanzará una mayor equidad mundial.

El movimiento indigenista ha pretendido tener un mayor control sobre sus recursos propios y mejores arreglos no sólo con actores “no-nacionales” sino también con sus propios gobiernos nacionales. En general, han dicho que su objetivo no es el crecimiento económico sino llegar a un acuerdo con PachaMama, o la madre tierra. Plantean que no buscan un mayor uso de los recursos naturales sino un uso sano que respete el equilibrio ecológico. Buscan el buen vivir.

No sorprende que los movimientos indigenistas hayan estado en conflicto con la mayor parte de los gobiernos conservadores en Latinoamérica – como México, Colombia y Perú. Poco a poco, y abiertamente, esos movimientos han llegado también a entrar en conflicto con los gobiernos de centro-izquierda como Brasil, Venezuela y Ecuador, e incluso, Bolivia.

Digo incluso Bolivia porque este es uno de los gobiernos que ha elegido un presidente indigenista con un masivo apoyo del pueblo indigenista del país. Y sin embargo, se han presentado conflictos. La cuestión, como en todo lado, es si y cómo se desarrollan los recursos naturales, quién toma las decisiones y quién controla las rentas.

Los partidos de izquierda tienden acusar a los grupos indigenistas que entran en conflicto con ellos de ser instrumento (si no, los agentes), deliberadamente o no, de los partidos de derecha nacionales y de fuerzas externas, en particular de los Estados Unidos. Los grupos indigenistas que se oponen a los partidos de izquierda insisten que éstos sólo están actuando para sus propios intereses y bajo su propia iniciativa, y acusan a los gobiernos de izquierda de actuar como los gobiernos conservadores del pasado sin realmente percatarse de las consecuencias ecológicas de sus actividades desarrollistas.

Recientemente algo interesante ha pasado en Ecuador. Allí, el gobierno de izquierda de Rafael Correa, el cual ganó inicialmente el poder con el apoyo del movimiento indigenista, entró luego en un profundo conflicto con ellos. La división más tensa estuvo alrededor del deseo gubernamental de desarrollar los recursos petrolíferos en una reserva amazónica protegida llamada Yasuni.

Inicialmente, el gobierno ignoró las protestas de los indígenas habitantes de la región. Sin embargo, después el presidente Correa inventó una alternativa ingeniosa. Propuso a los gobiernos ricos del Norte global que, si Ecuador renunciaba a cualquier desarrollo en Yasuni, esos gobiernos deberían compensar a este país por esta renuncia, en el entendido de que ésta era una contribución a la lucha mundial contra el cambio climático.

Cuando esto fue propuesto por primera vez en la reunión sobre el clima de Copenhague en 2009, fue tratado como una mera fantasía. Pero después de seis largos meses de negociaciones, cinco gobiernos europeos (Alemania, España, Bélgica, Francia y Suecia) han acordado crear un fondo para que sea administrado por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas para pagar al Ecuador no desarrollar Yasuni bajo el fundamento de que esto contribuye en la reducción de emisiones de carbón. Se habla de la invención de un nuevo verbo, yasunizar, para denotar estos acuerdos.

¿Pero cuántos acuerdos como estos se podrían hacer ? Existe una cuestión más fundamental en juego. Se trata de la naturaleza del “otro mundo es posible” – para usar el slogan del Foro Social Mundial. ¿Es “otro mundo” basado en el crecimiento económico constante, aún si este es “socialista” que aumentaría el ingreso real de la gente en el Sur global ? ¿O es “otro mundo” en lo que algunos denominan un cambio en los valores civilizatorios, un mundo del buen vivir ?

Este no será un debate fácil de resolver. Actualmente es el debate entre las fuerzas de la izquierda latinoamericana. No obstante, situaciones análogas subyacen en muchas de las tensiones internas en Asia, África e incluso Europa. Puede que esto sea el debate más grande del siglo XXI.

Traducido por José Francisco Puello-Socarrás para la Revista Izquierda (Colombia) y el blog : www.colombiadesdeafuera.wordpress.com del Texto original : Wallerstein, Immanuel, “Contradictions in the Latin American Left” , Commentary No. 287 , 15 de Agosto de 2010.

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