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28 novembre 2002

La nomenclatura científico-argentina

 

El accionar de la nomenclatura científico-argentina, que hoy -con motivo de la toma del Rectorado por los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales- se rasga las vestiduras en defensa de la "democracia universitaria" y del Rector Jaim Etcheverry, ha venido provocando en estos largos treinta (30) años, desde el primer retorno a la democracia en 1973 hasta el presente, agravios sin fin : personales, colectivos, institucionales, ideológicos y materiales, hasta hoy impunes.

Por ese motivo, urge identificar como se desempeñaron y quienes son los integrantes de la citada Nomenclatura, pues ella se ha ramificado y multiplicado como un cáncer maligno en todo el espectro de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del organigrama académico y universitario argentino. Que nadie se llame a engaño y piense que dieciséis (16) años de Shuberofismo fueron factibles sin la colaboración, el cinismo y la hipocresía de esa misma Nomenclatura, incluído el actual Rector y gran parte del Consejo Superior y de los integrantes de los Consejos Directivos y Juntas Departamentales de las diversas Facultades.

Por razones obvias no podemos conocer las penurias de otras Facultades, pero si las que padeció la de Filosofía y Letras, caso que sin duda no es el único. Como olvidar las practicas entristas en el Departamento de Historia del antiguo Stalinista y luego Althusseriano Enrique Tandeter, bajo el Decanato de Adriana Puiggros y el Rectorado de su padre Rodolfo Puiggros, donde regían listas segregadas de profesores, mecanismo mediante el cual se discriminaba ideológica y políticamente a la docencia. En la primera, la Lista A, que era la que estaba privilegiadamente asalariada, se encontraban gran parte de los actuales firmantes de la Solicitada en Defensa del Rector y la "democracia universitaria". En la otra Lista, la B, en la que sobrevivían como parias todos los ad-honorem, figuraban los que pertenecían a la entonces vituperada "democracia burguesa", compuesta por socialistas, radicales, comunistas, anarquistas, trotskistas, maoístas, conservadores liberales, etc., que por otro lado eran quienes realmente habían sufrido y resistido al Onganiato.

Producida la genocida estampida, que arranca con la Intervención Otalagano en 1974, salvo las honrosas excepciones de aquellos que fueron arrestados, "chupados" y/o "desaparecidos", estos Caballeros de la Solicitada en Defensa del Rector y la "democracia universitaria" fueron los primeros en "exilarse", y también los primeros en retornar antes de 1984, arropados esta vez como demócratas y reformistas de la primera hora para practicar así el nuevo entrismo, ahora en las filas del Radicalismo. Claro que, como en el serpentario, habían dejado atrás la apolillada indumentaria Althusseriana y lucían ahora un oportuno y gatopardo ropaje Habermasiano (ver libro de Daniel Campione).

Sin embargo, para ese entonces esta Nomenclatura había logrado mutar todo el vestuario menos sus mañas facciosas. Lo primero que hicieron fue monopolizar el control del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) para lo cual se sirvieron del Secretario de la Presidencia, el francés Roulet -que no podía con su asma- para luego dedicarse a controlar los concursos de cátedras, los Departamentos y las arcas de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la UBA (UBACYT), redactando inconstitucionales Reglamentos de Concursos, dibujando jurados ad usum, y distribuyéndose las dedicaciones, los viáticos y los subsidios de investigación a manos llenas, incluso desde las mismas oficinas privadas del CEDES-CISEA-PEHESA. También tomaron por asalto las arcas de la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Nación (SECYT) porque su primer acto académico publico fue orquestar -bajo la dirección de Hilda Sabato- el Premio Bernardo Houssay, mediante el cual se repartieron cada uno la módica suma de U$S 10.000 dólares, utilizando para ello los buenos servicios del entonces Director del CISEA Jorge Schvarzer (ex Víctor Testa), que oficio de Jurado "imparcial".

Una vez que controlaron las "colinas estratégicas", estos pulcros, altruistas y bilingües Mandarines se dedicaron a justificar la "obediencia debida" y el Punto Final (Osvaldo Guariglia), y a armar una red político-académica destinada a perpetuarse, por encima de los transitorios avatares de la periodicidad electoral republicana. Para ello se sirvieron esta vez de los buenos y costosos oficios del Secretario de Ciencia y Técnica de la Nación Lic. Juan Carlos Del Bello, quien había sido oportunamente reciclado en las oficinas del CISEA, luego de su exilio Costarricense, localidad donde había frecuentado a los jerarcas del Banco Mundial.

Merced a sus onerosos servicios, los colegas de la Solicitada en Defensa del Rector y de la "democracia universitaria", esgrimiendo su pasado Camporista, hicieron esta vez entrismo en las filas Menemistas, ocupando sigilosamente cargos confidenciales en los Comités de Pares de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCYT), del Fondo de Mejoramiento de la Calidad de la Educación Superior (FOMEC), y del Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria (CONEAU), y usufructuando de cuanto subsidio, premio, viático, asesoria, consultoria e incentivo -categorización mediante- fue posible (Julio Neffa lleva el Guiness).

Agotada la ubre Bancomundialista, y quebrada la Fundación Banco Patricios (Spolsky), esta Nomenclatura reapareció rediviva -luego de haber justificado el Pacto de Olivos- en las filas de la Alianza, donde poco pudieron depredar pues ya el alumnado de Filosofía y Letras, harto de sus desafueros, los escracho públicamente. Este popular repudio fue inmortalizado en un celebre mural, exhibido en la Facultad de Filosofía y Letras, cuyo principal retratado fue un Comité Evaluador Externo, financiado por el FOMEC (BID), grotescamente encabezado por un celebre profesor de Berkeley, que durante el Proceso había guardado un pusilánime silencio (con el cual preservo el pasaporte con que periódicamente visitaba a sus discípulos del nunca molestado CEDES-CISEA-PEHESA).

Finalmente, según las ultimas informaciones de Radio Pasillo, parece que algunos de los mas encumbrados colegas de la Solicitada en Defensa del Rector y de la "democracia universitaria" han encontrado hospedaje en las universidades-chatarra del conurbano bonaerense, en especial en la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), la fundada por el ahora procesado Antonio Libonati (socio de Luis Barrionuevo), y bajo la tutela de José "Pepe" Nun y Marcelo Cavarozzi y de los recursos mal habidos del Grupo Vila están ensayando un nuevo entrismo, esta vez en las filas del ARI, pero arropados bajo un metamorfoseado atuendo Deleuziano, apostando así nuevamente al monopolio de la inteligencia argentina y de la "democracia universitaria".

Cabria entonces preguntarse, si existe alguna relación vinculante entre este breve relato puntual, que identifica a algunos de los muchos que han participado en la destrucción de las Facultades de Filosofía y Letras y de Ciencias Sociales, y aquellos otros pertenecientes a otras Facultades y otras Universidades, que también han contribuido a devastar la educación superior argentina.

Eduardo R. Saguier,
Investigador Independiente del CONICET

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