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31 octobre 2016

John Pilger : « Cómo provocar una guerra nuclear a través de los medios de comunicación »

par John Pilger *

 

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La exoneración de un hombre acusado del peor de los crímenes, genocidio, no apareció en titulares. No fue publicado ni por la BBC ni la CNN. The Guardian se permitió un breve comentario. Un reconocimiento tan inusual fue enterrado o suprimido, comprensiblemente. Pues diría demasiado sobre cómo hacen su trabajo los gobernantes del mundo.

La Corte Penal Internacional de la Haya para la antigua Yugoslavia (ICTY, por sus siglas en inglés) ha absuelto discretamente al último presidente de Serbia, Slobodan Milošević, de los crímenes cometidos de 1992 a 1995 durante la guerra de Bosnia.

Lejos de conspirar con el convicto líder serbobosnio Radovan Karadžic, Milošević, de hecho, « condenó la limpieza étnica », se opuso a Karadžic e intentó detener la guerra que desmembraba a Yugoslavia. Enterrada casi al final de una sentencia de 2.590 páginas sobre Karadžic del mes de febrero último, esta verdad, además, demuele la propaganda que sirvió para justificar el ilegal ataque de la OTAN a Serbia en 1999.

Milošević murió de un ataque cardíaco en 2006, solo en su celda de La Haya, durante lo que vino a ser como un falaz juicio presidido por un « tribunal internacional » de invención estadounidense. Se le denegó una operación de corazón que podría haber salvado su vida, su estado empeoró y fue controlado y mantenido secreto por funcionarios estadounidenses, como WikiLeaks ha revelado.

Milošević fue la víctima de la propaganda de guerra que actualmente fluye como un torrente por nuestras pantallas y periódicos y atrae sobre todos nosotros un grave peligro. Él fue el prototipo de demonio, vilipendiado por los medios occidentales como el « carnicero de los Balcanes » responsable de « genocidio », especialmente en la secesionista provincia yugoslava de Kosovo. El primer ministro Tony Blair así lo dijo, invocó el Holocausto y exigió actuar contra « este nuevo Hitler ». David Scheffer, el embajador extraordinario de los Estados Unidos de América para crímenes de guerra [sic], declaró que unos « 225.000 hombres de etnia albanesa entre 14 y 59 años » pudieron haber sido asesinados por las tropas de Milošević.

Esta fue la justificación del bombardeo de la OTAN, dirigido por Bill Clinton y Blair, que mató a cientos de civiles en hospitales, escuelas, iglesias, parques y estudios de televisión y destruyó la infraestructura económica de Serbia. Se hizo ostensiblemente por razones ideológicas ; en una famosa « conferencia de paz » en la ciudad francesa de Rambouillet, Milošević fue enfrentado a Madeleine Albright, la secretaria de Estado estadounidense, que se cubriría de infamia por su comentario de que había valido la pena la muerte de medio millón de niños iraquíes. Albright hizo una « oferta » a Milošević que ningún dirigente hubiera podido aceptar. A menos que él estuviera de acuerdo con la ocupación militar de su país por fuerzas extranjeras, que quedarían « libres de todo proceso legal », y en la imposición de un « libre mercado » neoliberal, Serbia sería bombardeada. Esto constaba en un « Apéndice B », que los medios de comunicación no llegaron a leer o suprimieron. El objetivo era aplastar el último estado « socialista » independiente.

Cuando la OTAN comenzó el bombardeo, se produjo una estampida de refugiados kosovares « huyendo de un holocausto ». Apenas terminó, equipos de policía internacional llegaron a Kosovo para exhumar a las víctimas del « holocausto ». El FBI no pudo encontrar ni una sola fosa común y regresó a casa. El equipo forense español hizo lo mismo, denunciando su jefe furiosamente que se trataba de « una pirueta semántica de la máquina de propaganda de guerra ». La cuenta final de los muertos en Kosovo fue de 2.788. Esta cifra incluía combatientes de ambos bandos y serbios y gitanos asesinados por el Ejército de Liberación de Kosovo favorable a la OTAN.

Casi la totalidad de los cacareados misiles estadounidenses « guiados con precisión » no impactaron contra objetivos militares sino civiles, entre estos los nuevos estudios de la Radio Televisión Serbia en Belgrado. Murieron dieciséis personas, incluyendo camarógrafos, productores y maquilladores.

Blair describió a los difuntos, irreverentemente, como parte del « control y mando » serbio. En 2008, la fiscal de la Corte Penal Internacional para la antigua Yugoslavia, Carla Del Ponte, reveló que había sido presionada para que no investigara los crímenes de la OTAN.

Este sería el modelo de las siguientes invasiones de Washington en Afganistán, Irak, Libia y, con sigilo, en Siria. Todas ellas cumplen los requisitos de « crímenes primordiales » según los criterios de Nuremberg, todo dependió de la propaganda en los medios. Mientras que el periodismo de los tabloides desempeñó su papel tradicional, fueron los medios serios y fiables, a menudo liberales, los que resultaron más eficientes –la publicidad evangélica de Blair y sus guerras por The Guardian, las mentiras incesantes acerca de las no existentes armas de destrucción masiva de Saddam Hussein en The Observer y The New York Times, y el infalible son del tambor de la propaganda gubernamental mediante el silencio y la omisión de la BBC.

En el momento más álgido del bombardeo, Kirsty Wark de la BBC entrevistó al general Wesley Clark, Comandante Supremo de la OTAN. La ciudad serbia de Nis acababa de ser rociada con bombas de racimo norteamericanas, matando mujeres, ancianos y niños en un mercado abierto y un hospital. Wark no formuló ni una sola pregunta al respecto, o acerca de otras muertes de civiles.

Otros fueron más descarados. En febrero de 2003, el día siguiente al que Blair y Bush hubieran prendido fuego a Irak, el editor de Política de la BBC, Andrew Marr, se detuvo en Downing Street e hizo lo que llegó a ser un discurso de victoria. Con excitación dijo a sus televidentes que Blair « manifestó que serían capaces de tomar Bagdag sin un baño de sangre, y que los iraquíes acabarían por celebrarlo. Y que en ambas cosas él había demostrado posteriormente estar en lo cierto ». Ahora, con un millón de muertos y una sociedad en ruinas, la embajada de EE.UU. en Londres recomienda las entrevistas de Marr en la BBC.

Los colegas de Marr cerraron filas para declarar a Blair « reivindicado ». El corresponsal de la BBC en Washington, Matt Frei, dijo, « No hay duda de que el deseo de llevar el bien, de llevar los valores estadounidenses al resto del mundo, y especialmente a Oriente Medio... está actualmente cada vez más unido al poder militar. »

Esta obediencia a los Estados Unidos y sus colaboradores como una fuerza benigna « llevando el bien » fluye profundamente en el periodismo del establishment occidental. Este asegura que la catástrofe actual en Siria es responsabilidad exclusiva de Bashar al-Ásad ; Occidente e Israel llevan largo tiempo conspirando para derrocarlo, no por razones humanitarias, sino para consolidar el agresivo poder de Israel en la región. Las fuerzas yihadistas desencadenadas y armadas por EE.UU., Gran Bretaña, Francia, Turquía y sus representantes de la « coalición » sirven a este fin. Ellas son las que suministran la propaganda y vídeos que pasan a ser noticia en EE.UU. y Europa, y facilitan el acceso a los periodistas y garantizan una tendenciosa « cobertura » de Siria.

La ciudad de Alepo está en las noticias. Gran parte de los lectores y telespectadores ignorarán que la mayoría de la población de Alepo vive en la parte oeste de la ciudad, controlada por el gobierno. Que ellos sufren diariamente bombardeos de artillería de Al-Qaeda, organización patrocinada por Occidente, no es noticia. El 21 de julio, bombarderos franceses y norteamericanos atacaron una localidad gubernamental en la provincia de Alepo, matando hasta 125 civiles. Esto se publicó en la página 22 de The Guardian ; no había fotografías.

Habiendo creado y financiado el yihadismo en Afganistán en los años 80 como Operación Ciclón – un arma para destruir la Unión Soviética— los EE.UU. están haciendo algo semejante en Siria. Al igual que los muyahidines afganos, los “rebeldes” sirios son soldados de infantería británicos y estadounidenses. Muchos combaten por Al-Qaeda y sus variantes ; algunos, como el Frente Al-Nusra, han cambiado su imagen para cumplir con las sensibilidades norteamericanas del 11/9. La CIA los dirige, con dificultad, como dirige a los yihadistas de todo el mundo.

El objetivo inmediato es destruir el Gobierno de Damasco, que, según la encuesta más creíble (YouGov Siraj), es apoyado por la mayoría de los sirios, o al menos buscan su protección, pese al barbarismo en la sombra. El objetivo a largo plazo es privar a Rusia de un aliado clave en Oriente Medio como parte de una guerra de desgaste de la OTAN contra la Federación Rusa que finalmente la destruya.

El riesgo nuclear es obvio, aunque silenciado por los medios de comunicación del « mundo libre ».

Los escritores de editoriales del Washington Post, que promovieron la ficción de las armas de destrucción masiva de Irak, exigen que Obama ataque a Siria. Hillary Clinton, que públicamente se regocijó en su papel de verdugo durante la destrucción de Libia, ha indicado reiteradamente que, como presidenta, « iría más allá » que Obama. Gareth Porter, un periodista clandestino que informa desde Washington, reveló recientemente los nombres de los que probablemente formarán un gabinete Clinton, y que planean un ataque a Siria.

Todos ellos tienen un historial beligerante de guerra fría ; el antiguo director de la CIA, Leon Panetta, dice que « el próximo presidente tendrá que considerar un incremento de fuerzas especiales adicionales sobre el terreno ».

Lo que más impresiona actualmente en relación con la propaganda de guerra en pleamar es su patente irracionalidad y familiaridad. He estado echando un vistazo a la filmoteca de Washington de los años 50 cuando diplomáticos, funcionarios y periodistas sufrieron la caza de brujas y fueron arruinados por el Senador Joe McCarthy por cuestionar las mentiras y paranoias sobre la Unión Soviética y China. Como un resurgente tumor, el culto antirruso ha reaparecido.

John Pilger para John Pilger.com

Original : « Provoking nuclear war by media »

JOHN PILGER INTERVIEWED ON THE PROSPECT OF A PRESIDENT HILLARY CLINTON
Listen to John Pilger on Counterpunch Radion discussing how Hillary Clinton represents a disguised danger and why Donald Trump has provided a convenient bogeyman.

Traduccion del inglés para Rebelión de : Luis Lluna Reig

Rebelión , 23 de agosto de 2016

* John Pilger es periodista, guionista y director cinematográfico australiano. Fue corresponsal de guerra en Viêt-nam, Camboya, Egipto, India, Bangladesh y Biafra. Pilger obtuvo numerosos premios de periodismo y asociaciones de los derechos humanos (Precio Sofía en 2003), también obtuvo dos veces, el premio británico del « Journalist of the Year ». Este periodista antiguerra no cesa de recordar la responsabilidad de los que saben, los « intelectuales », sobre las miserias y las violencias del mundo. Además, John Pilger posee su propio sitio Web donde comunica sus ideas y sus temores. Consultar : johnpilger.com

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