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23 septembre 2014

Es el imperialismo neoliberal de los « neocons », estúpido.

par Alberto Rabilotta *

 

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Sé que este título no es original, pero no importa. Lo esencial en un momento crucial para la historia humana y la existencia del planeta, como es el actual, es nombrar las cosas y ponerlas en su lugar, para poder guiarnos en un terreno minado con subversiones para derribar a gobiernos progresistas y provocaciones para lanzar guerras, y todo esto en medio de la densa bruma de desinformaciones y de una propaganda que nos quiere acondicionar a ver a Rusia y a otros países como amenazantes e intratables « enemigos », justificando de esa manera la ofensiva del imperialismo estadounidense y sus aliados de la OTAN para crear en las relaciones internacionales un clima de confrontación similar al de la Guerra Fría con la (ex) Unión Soviética, o mucho peor si uno incluye en este análisis los siniestros mensajes que militares, funcionarios o « analistas » de los think tanks del complejo militaro-financiero-industrial dejan caer, insinuando que con los sistemas antimisiles de Estados Unidos (EE.UU.), una guerra nuclear contra Rusia es « ganable ».

El mesianismo del imperio estadounidense

Pero antes, para definir la utopía (que en la realidad es una distopía o antiutopía) del imperio neoliberal, les propongo a los lectores hispanos ir al « mataburros » de la Real Academia de la Lengua Española, para consultar las trece palabras que comienzan por el prefijo « omni », o sea todo en latín. De las trece hay cuatro que definen en primera instancia los atributos o poderes exclusivos de Dios. Lo que figura en itálicas es la versión del diccionario, lo que sigue es lo que se atribuye o busca realizar el imperio neoliberal liderado por EE.UU.

  • Omnímodo, da : que lo abraza y comprende todo. Hasta la llegada del neoliberalismo este era un atributo exclusivo de Dios. Pero como la esencia del capitalismo neoliberal es universalizarse, abarcar absolutamente todo y no dejar otra alternativa, como decía Margaret Thatcher, ser omnímodo es el objetivo que se fija el imperialismo neoliberal al buscar la dominación global y total.
  • Omnipotencia : Poder omnímodo, atributo únicamente de Dios // 2. Poder muy grande. En su segunda acepción la omnipotencia es un poder terrenal muy grande pero no omnímodo, por lo cual nos quedamos con la primera para definir el objetivo actual del imperio estadounidense, cuyo potencial militar puede borrar la humanidad de la faz del planeta, porque incluye las armas nucleares y las más avanzadas armas convencionales y no convencionales utilizables a partir de unas mil de bases militares localizadas en EE.UU. y en 130 países extranjeros.

Este poder es posible por la omnipresencia militar de EE.UU. en todas las regiones del mundo, por sus alianzas militares colectivas (OTAN, NORAD) y los tratados de defensa bilaterales, como con Japón, por ejemplo [1]. La omnipotencia es también un poder de vida o muerte, como el que se otorgó el Presidente Barack Obama sobre ciudadanos de su país o extranjeros [2], de poder actuar unilateralmente en cualquier situación : arrestar y secuestrar en otros países a ciudadanos extranjeros para juzgarlos en EE.UU. ; reconocer o desconocer referendos y gobiernos (Kosovo si, Crimea no) ; bombardear con drones y matar a civiles, invadir o bombardear países (Serbia, Libia, Siria, Irak…).

En el campo de la actividad económica el imperio neoliberal busca alcanzar la omnipotencia mediante la aplicación universal de la ley estadounidense [3], sea directamente (el juez Thomas Griesa proporciona un buen ejemplo con su decisión sobre los « fondos buitres »), por medio de acuerdos bilaterales o multilaterales, y fundamentalmente a través de las instituciones multilaterales que asumen el papel de guardián de este orden.

  • Omnipresencia : Presencia a la vez en todas partes, en realidad condición solo de Dios. // 2. Presencia intencional de quien quisiera estar en varias partes y acude deprisa a las partes que lo requieren. De nuevo, la segunda acepción es terrenal e insuficiente para definir la ambición divina del imperio, que en efecto es « ubicuo » a través de la sociedad de consumo, de los avances en las telecomunicaciones y de su control sobre los concentradísimos medios de difusión. Es omnipresente porque está en todas partes y pantallas al mismo tiempo, engañando, desinformando, o mintiendo con su propaganda. Con sus satélites espías, el GPS incorporado en teléfonos portátiles, autos y demás equipos electrónicos, y a través del espionaje electrónico total, que incluye a sus más fieles y cercanos aliados, el imperio puede observarnos día y noche gracias a la NSA y sus asociados estatales y privados. Nuevamente, la lista es larga y se alarga.
  • Omnisciencia : Conocimiento de todas las cosas reales y posibles, atributo exclusivo de Dios // 2. Conocimiento de muchas ciencias o materias. De nuevo, la primera acepción es más pertinente para describir la ambición imperial de espiar a todo el mundo para saber todo sobre sus ideas, sus gustos y sus debilidades, y robarse los secretos industriales y comerciales, como reveló Edward Snowden. La búsqueda de omnisciencia ha llevado en EE.UU. a una sociedad « orwelliana », pero sirve fundamentalmente para explicar los enormes presupuestos de la investigación científica y tecnológica destinada a que el Pentágono siempre disponga de nuevas y más poderosas armas que asegure la omnipotencia del imperio.

Entre otros aspectos, el atributo divino de la omnisciencia permite mantener –gracias a la obsolescencia programada por las industrias, copia terrenal del atributo de Dios que nos hizo mortales-, un flujo constante de (inútiles) mercancías que, con la aplicación del sacralizado « derecho de propiedad intelectual » omnipresente en los tratados comerciales, es una fuente inagotable para la extracción de rentas en beneficio de los monopolios, se llamen Monsanto o Microsoft.

La unipolaridad se le escapa de las manos.

La creación de un frente de confrontación con Rusia a partir del golpe de Estado en Ucrania, y la decisión de volver a intervenir unilateralmente en Siria –armando a los « rebeldes moderados » que serán los próximos extremistas, como siempre sucedió-, y bombardear las posiciones de los extremistas islámicos que buscan imponer el Estado Islámico o Califato en Irak y Siria, se confirma que EE.UU. está actuando muy peligrosa e irracionalmente.

Son muchos los observadores bien calificados en materia de relaciones internacionales y los sistemas mundiales que están desconcertados ante la ausencia total de racionalidad en política imperial. No es posible evitar en pensar, como muy bien plasma el sociólogo estadounidense Immanuel Wallerstein, que EE.UU. « se encuentra en seria decadencia. Todo les está yendo mal. Y en el pánico, son como el conductor de un poderoso automóvil que ha perdido el control y no sabe cómo disminuir la velocidad. Así que acelera y se encamina hacia un choque importante. El carro gira en todas direcciones y patina. Es autodestructivo para el conductor, pero el choque también puede acarrearle un desastre al resto del mundo » [4].

En efecto, como escribe Alexander Reid Ross, « es verdad aunque sea muy triste. La segunda Guerra Fría ya salió a la superficie. Los think tanks están zumbando con datos para encontrar la mejor manera de aniquilar el mundo » [5].

Este escenario es francamente temible pero realista si recordamos que la disuasión que impidió que se llegara a la guerra « caliente » y al uso de armas nucleares durante la tensa Guerra Fría entre EE.UU. y la Unión Soviética, fue posible porque las cúpulas políticas y militares de ambos campos, marcadas por la experiencia no lejana de la Segunda Guerra Mundial, actuaban racionalmente y harían lo posible para no tomar decisiones con costos inadmisibles.

Una disuasión basada en la doctrina de la « destrucción mutua » es ahora totalmente irrealista porque, como se ha visto, los neoconservadores del Project for the New American Century [6] incubados en el Pentágono bajo la presidencia de George Bush (padre), siguen desde entonces incrustados en los equipos que controlan la agenda de la estrategia política de EE.UU., la cual solo puede ser definida como un irracional (o mesiánico) intento de dominar militarmente el mundo, a no importa que costo, para que el imperio neoliberal se universalice y la hegemonía sea irreversible.

El plan de hegemonía militar que sustenta la ambición imperial fue bien explicitado en el borrador del documento Defense Planning Guidance for the 1994-99 del Pentágono, redactado entre 1990 y 1992 –cuando la Unión Soviética estaba ya derrumbada- bajo la dirección del Subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz que seguía las orientaciones del entonces Secretario de Defensa, Dick Cheney.

En ese documento secreto, según la reseña que en 1992 hicieron el Washington Post y el New York Times [7], se afirma que « no es de nuestro interés o de las otras democracias el retornar a períodos anteriores en los cuales múltiples poderes militares se balanceaban unos a otros dentro de lo que pasaban por ser estructuras de seguridad, mientras la paz regional, o incluso global, estaba en la balanza ».

Wolfowitz y Cheney resaltan en ese borrador la necesidad de « una garantía unilateral de defensa de EE.UU. » a los países de Europa Central, « preferiblemente en cooperación con las naciones de la OTAN », y contemplando el uso del poder militar de EE.UU. para « prevenir o castigar » el uso de armas nucleares, biológicas o químicas, « incluso en conflictos que no comprometen directamente a los intereses de EE.UU. ». Esa es actualmente la política de Obama.

La versión original de ese documento del Pentágono, según el reporte citado, « excluye » que como parte de una estrategia pos-Guerra Fría se acepte la existencia de un « súper-poder rival », y « propugna la perpetuación » de un sistema unipolar « en el cual Estados Unidos actuará para prevenir el ascenso de cualquier competidor en su primacía en Europa Occidental y el Este de Asia (enfocando incluso) sus energías para contener las aspiraciones de liderazgo regional de Alemania y Japón ».

En ese documento se formula que « una consideración dominante y subyacente a la nueva estrategia de defensa regional es que actuemos para prevenir que cualquier poder que nos es hostil alcance un poder dominante en una región cuyos recursos pueden ser suficientes, bajo un control consolidado, para generar poder global. Esas regiones incluyen a Europa Occidental, Asia Oriental, el territorio de la ex Unión Soviética y el Sudeste de Asia ». Nuevamente, esa es la política de Obama.

En un análisis de la « gran estrategia pos-Guerra Fría » de EE.UU., desde Clinton a Obama (que como vimos fue en realidad plasmada por el dúo Wolfowitz-Cheney), Bastian van Apeldoorn y Naná de Graff retoman la definición de William Appleman Williams (2009) sobre un imperialismo estadounidense orientado a establecer una hegemonía global a través de la creación de un orden mundial liberal de puertas abiertas al capital de EE.UU. [8]

¿Qué ha cambiado en el mundo ?

Para ver qué ha cambiado en el mundo habría que hacer la historia de la resistencia de los pueblos al persistente intento del imperialismo para imponer a escala mundial las políticas neoliberales, algo imposible en este artículo, aunque quizás podamos señalar algunos hitos, como las fuertes movilizaciones en todo el mundo para impedir la adopción del Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (AMI) en 1998 ; las fuertes manifestaciones de protesta en Seattle, EE.UU. en 1999 contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) ; las protestas que marcaron la Cumbre de las Américas en Quebec, en el 2001, donde el presidente Hugo Chávez ya veía, como me dijo cuando lo entrevisté en esa oportunidad [9], que el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) dependería no de las decisiones de los gobiernos « sino de los congresos, de las asambleas, y en el caso venezolano incluso de un referendo. Estoy casi seguro que en Venezuela habrá que hacer un referéndum, por el modelo democrático participativo ». Es así que el rechazo al ALCA fue consolidándose para plasmarse en el 2005 gracias a la naciente unidad latinoamericana que se manifiesta en la cumbre de Mar del Plata, bajo la presidencia del mandatario argentino Néstor Kirchner.

Si América Latina fue la vanguardia en esta lucha, ello obedece a que Suramérica fue la región donde esas políticas de liberalización se experimentaron a partir de los años 60 y 70 mediante los golpes de Estado o los gobiernos de las oligarquías entreguistas desmontaran las políticas de intervención estatal en las economías, privatizaran las empresas estatales y entregaran nuestros países para que las oligarquías locales y extranjeras « se los comieran crudos », con los conocidos resultados a partir de los 80 : países desindustrializados, endeudados y sumidos en graves problemas económicos y financieros, con nuestras sociedades aplastadas por el desempleo, la exclusión social y la pobreza.

Otro hito importante de la « debacle » imperial fue la gran crisis financiera y económica del 2008-2009, cuyas consecuencias económicas, financieras, sociales y políticas aún persisten. Y otro muy importante es el comienzo de cristalización de los intentos de integración de los países emergentes -con el BRIC-BRICS (2009-2010), y a nivel regional con la creación de la Unión de Naciones Suramericanas (2008), de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en 2011 y la celebración a finales del 2013 de la primera cumbre de esta organización que excluyen a EE.UU. y a Canadá.

En el plano político internacional la credibilidad del supremo imperio es cuestionada en el 2011 por sus dos principales aliados en el Oriente Medio, Israel y Arabia Saudita, quienes critican públicamente a Obama por haber permitido el derrocamiento del presidente egipcio Hosni Mubarak, a lo cual se suma el resultado final de la operación en Libia para derrocar al presidente Muhammad Gadafi, asesinado después de haber sido capturado vivo, o sea la consecuente destrucción de la sociedad e infraestructura de ese país y la explosión de guerras que desde entonces se libran las « democráticas » facciones de los extremistas islámicos.

Le sigue el fracaso, en el 2013, de la operación militar para derrocar al presidente sirio Bashar al Assad. Este fue el signo de la imposibilidad de seguir forzando la creación de esa hegemonía : el 30 de agosto del 2013 el Parlamento británico se niega a permitir que el gobierno conservador participase en el bombardeo de Siria, y pocos días más tarde, en la cumbre del G20 de San Petersburgo, el anfitrión ruso Vladimir Putin, apoyado por China y otros países del G20, plantea en ese foro de temas económicos que una solución militar a la crisis en Siria no es aceptable. Forzado por las iniciativas de Rusia y de Siria, Obama se ve llevado a optar por la negociación, reconociendo de hecho que el mundo unipolar ya no funcionaba.

El sentimiento de que la unipolaridad se había volatilizado se fue reforzando a comienzos del 2014 por la consolidación del proceso de formación de bloques regionales en Eurasia y en América Latina y el Caribe, con políticas que incluyen la participación de los Estados en la planificación económica, en la conducción de las políticas monetarias y crediticias, para independizarse de la hegemonía neoliberal. En ese marco hay que ubicar las exitosas giras de los presidentes de Rusia y China por países de América Latina –que dieron lugar a la firma de importantes acuerdos económicos, comerciales y de inversión-, y de sus conversaciones con la CELAC y UNASUR en el marco de la reunión de los países del BRICS en Brasil.

¿Un septiembre demoledor para el imperio neoliberal ?

Otro capítulo importante de la crisis del sistema unipolar, que puede llegar a sacudir el « estado de derecho » neoliberal, es el reemplazo de ese « estado de derecho » basado en la aplicación de la ley estadounidense por un « marco jurídico multilateral » de Naciones Unidas.

Esa lucha ya comenzó en lo tocante a la deuda soberana, cuando el 9 de septiembre pasado la Asamblea General de la ONU aprobó por 124 votos a favor, 41 abstenciones y 11 en contra, el proyecto de resolución presentado por la República Argentina para crear un « marco jurídico multilateral para los procesos de reestructuración de la deuda soberana », tarea que deberá ser completada antes de que finalice el actual período de sesiones, en septiembre del 2015.

Mientras tanto el Congreso argentino aprobó, el pasado 11 de septiembre, la Ley de Pago Soberano, y este 24 de septiembre la presidenta Cristina Fernández de Kirchner tomará la palabra ante la Asamblea General de la ONU para defender la posición de la mayoría de más de dos tercios de países.

En esta oportunidad la Presidenta argentina llegará con el apoyo moral del Papa Francisco –con quien almorzó el sábado 20 de septiembre-, que « en su exhortación apostólica Evangelii Gaudium () ya fijó su postura sobre este tema, criticando la ‘idolatría del dinero’ y los ‘mecanismos sacralizados del sistema económico imperante’, que fomentan la desigualdad y ‘niegan el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común », como recuerda la periodista Victoria Ginzberg (« Un almuerzo no apto para especuladores », Página/12, 20-09-2014).

Sobre la iniciativa de Cristina Fernández en la ONU el analista Luis Bruschtein escribe que forma parte de los movimientos que han llevado a la conformación de « agrupamientos, más que bloques, muy heterogéneos en lo ideológico, pero que se reúnen a partir de problemáticas comunes. Son nuevos mecanismos geopolíticos que expresan los conflictos del mundo contemporáneo y que han reemplazado y/o sumado a las formas más ideológicas de otras épocas » (Página/12, « Ovejitas en el prado », 20-09-2014).

En otras palabras, la realidad del mundo actual niega la posibilidad de un retorno a la hegemonía unipolar que los neoconservadores como Wolfowitz y Cheney planteaban hace más de dos décadas, pero el sentimiento de omnipotencia que prima en Washington y en la OTAN nos puede llevar a un desastre mundial, como advierte Wallerstein.

Alberto Rabilotta para El Correo

* Alberto Rabilotta. Periodista argentino-canadiense desde 1967, en México para la « Milenio Diario de México ». Corresponsal de Prensa Latina en Canadá (1974) Director de Prensa Latina Canadá, cobertura América del Norte (1975-1986). Corresponsal de la Agencia de Servicios Especiales de Información, ALASEI, (1987-1990). Corresponsal de la Agencia de Noticias de México, NOTIMEX, en Canadá (1990-2009 Columnista bajo seudónimos (Rodolfo Ara y Rocco Marotta) de « Milenio Diario de México » (2000-2010). Colaborador de ALAI, PL, El Correo, El Independiente y otros medios desde el 2009.

El Correo. París, 23 de septiembre de 2014.

Notes

[3El ejercicio de la jurisdicción universal por Estados Unidos está determinado por el Congreso, no por la ley internacional ni la corte federal. Ver « Universal Jurisdiction and U.S. Law », página 11, del profesor Curtis A. Bradley, Universal Jurisdiction and U.S. Law

[4Immanuel Wallerstein, « Estados Unidos se encamina a un choque », La Jornada, 22-09-2014.

[6Los « neoconservadores » del Project for the New American Century (PNAC) siguen en puestos claves del aparato de política exterior de Washington. Uno de los fundadores del PNAC, Robert Kagan, fue asesor de política exterior de Hillary Clinton cuando era Secretaria de Estado de Obama, y sigue en el equipo de Hillary para presentarse como candidata a la dirección del Partido Demócrata. Victoria Nuland, esposa de Kagan, es Subsecretaria de Estado de Obama y organizadora de subversiones, y del golpe de Estado en Ucrania. Ver el documento « Rebuilding América’s Defense  » ; Detalles de los miembros e influencia del PNAC en : Project for the New American Century  ; Un análisis reciente sobre la influencia del PNAC en : The Neocons’ Project for the New American Century : « American World Leadership » – Syria next to Pay the Price ?

[7Ver los despachos del Washington Post : « Keeping the U.S. First ; Pentagon Would Preclude a Rival Superpower », Washington Post, 3 marzo 1992, por Barton Gellman ; y del New York Times en 1992

[9Despacho de Notimex : Cumbre de las Américas : « FIRMAREMOS CON RESERVAS », ANTICIPO EL PRESIDENTE HUGO CHAVEZ, Notimex, Quebec, 21 de abril del 2001, por Alberto Rabilotta.

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