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30 décembre 2002

Del caos a una cierta esperanza en la Argentina del 2002, a pesar del FMI

 

Por Soledad Arraigada (*)

El año 2002 no fue estable ni tranquilo. Tampoco positivo. La calma presente es tan ficticia como el acuerdo con el FMI que se anuncia desde marzo. Lo que ocurre es que hay empresarios y sindicalistas que anhelan beneficios o que creen que Eduardo Duhalde aún puede recompensarlos, y una necesidad del resto de los agentes económicos de creer que se puede salir de la larga recesión... como sea.

Los datos hablan por sí solos : la tasa de desempleo llegó a más del 21% (según datos del INdEC), más del 50% de la población del país estaba bajo la línea de pobreza, se espera una caída del PBI de aproximadamente 16% y el nivel de inflación lleva acumulado un 74 %.

Empecemos por el principio. Desde el comienzo de la crisis, a fines del año pasado, la cantidad de medidas económicas ha sido tan grande que es difícil ordenarlas cronológicamente o cualitativamente.

De todos modos, es imborrable la imagen de los legisladores de la Nación sancionando, con su aprobación gestual, el default ; y luego, la desordenada salida del sistema de convertibilidad.

Luego llegó una generosa lista de decretos y leyes que, se suponía, reglamentarían los depósitos en dólares de los ahorristas y las deudas en divisa estadounidense.

E irrumpieron en escena nuevos términos como Cedros, Boden, CER y CVS.

La incertidumbre sobre cuál sería la reglamentación definitiva duró hasta el 4to. Trimestre cuando se definieron las pautas a seguir.

Mientras Economía ordenó la tormenta, la Corte Suprema de Justicia aún amenaza con desequilibrar la incipiente estabilidad... pero apenas son amenazas porque el fallo no se producirá hasta marzo... o abril... o mayo, dándole el tiempo suficiente a Roberto Lavagna para salir airoso.

Lo dijo Duhalde en su conferencia de prensa del viernes : los fallos, como las decisiones políticas, no sólo dependen de su contenido sino de su oportunidad (tiempo y espacio).

Junto con la pesificación asimétrica y el default de la deuda, se desencadenó la mayor crisis del sistema financiero local, el cual estuvo al borde del colapso.

Y hubo gente que apostó al apocalipsis... que no llegó.

Las entidades bancarias, si bien no oficialmente, presentaron patrimonios netos negativos, debido -en parte- a las medidas gubernamentales y -otro tanto- al retiro de depósitos antes de establecer el corralito así como los amparos judiciales que obligaban a la devolución de los plazos fijos. Pero hubo entidades más afectadas que otras, porque fueron peor administradas.

El sistema financiero argentino evidenció en 2002 una de las mayores caídas en el volumen de intermediación bancaria, así como una caída abrupta de los depósitos y la falta total de crédito. El crédito desde el exterior también fue cerrado para todas las entidades.

Dentro del sistema financiero, fueron muy afectadas las AFJP, entidades que administran los fondos de pensión y jubilación. En los portafolios de las mismas, al igual que los bancos, había una masa de títulos públicos que el gobierno dejó de pagar y otros que fueron afectados por la pesificación. Esto hizo que sus carteras fueran afectadas, perjudicando así las jubilaciones a cobrar de aquellos aportantes que, en un futuro, deberían recibir los beneficios de estos fondos.

Otro hecho que se prolongó durante todo el año fueron las negociaciones con el FMI. Desde el comienzo de la crisis, comenzaron las conversaciones con el organismo multilateral, para lograr un acuerdo que permitiese refinanciar los diferentes vencimientos 2002 y 2003.

Pero la Argentina enfrentó una cúpula reacia a firmar un acuerdo tan fácilmente como en el pasado, y la lista de exigencias creció al ritmo de las declaraciones de los funcionarios de ambas partes, conviertiéndose en una de las negociaciones más extensas que se recuerde en la historia latinoamericana.

La falta de acuerdo provocó que, el 14 de octubre, el gobierno nacional, decidió no hacer frente a los pagos que le correspondián al Banco Mundial por unos US$ 805 millones.

La Argentina ingresó el club de los que el resto del mundo denominan "parias", que son los países que entraron en default tanto con los acreedores privados como con los organismos internacionales. Incluso tampoco se cumplió con el pago de un bono Samurai, por unos US$ 254 millones, garantizado también por el Banco Mundial.

Aparentemente la próxima víctima de no llegarse a un acuerdo, sería el BID, quien poseen un vencimiento en las próximas semanas.

Sin embargo, frente a tan grave situación fue coherente la posición de Lavagna de resguardas las reservas, que es la disponibilidad ; estrategia propia de todo proceso concursal.

Ahora se espera que, gracias a la presión de los socios europeos del FMI, se llegaría a un preacuerdo de 8 meses, en enero. Esto no es casual ya que en ese mes vencen unos U$S 2.000 millones, una de las amortizaciones más grandes. En enero también vence la prórroga de 30 días que otorgó el BID por un crédito de U$S 719 millones, al cual hay que sumarle un vencimiento de capital de U$S 11 millones. El obstáculo (la redolarización de los depósitos), habría sido trasladado hacia febrero, con lo que todo haría parecer que la novela está por llegar a su final.

Pero la crisis también (y como era de esperarse) afectó al sector empresario. Con la profundización de la recesión y el aumento de la cotización de la divisa norteamericana, comenzaron los defaults corportativos masivos.

Podríamos hacer una división entre las empresas privatizadas, prestadoras de servicios y el resto de las empresas.

Las primeras fueron las más golpeadas por la crisis. La Ley 25.561 de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario, junto con las reglamentaciones correspondientes afectaron profundamente los flujos de caja de las mismas.

Al poseer la gran mayoría de su deuda en dólares y sus tarifas en pesos, el descalce fue fenomenal. La primera empresa en entrar en cesación de pagos fue MetroGas, la principal empresa distribuidora de gas del país, propiedad de British Gas y Repsol YPF.

En parte, esto fue porque ambos accionistas se encuentran enfrentados hasta judicialmente entre sí, pero también fue la demostración de que, ante la carencia de poder político suficiente, las grandes empresas multinacionales condenaban al gobierno de Duhalde a su suerte, no arriesgando dinero adicional.

En el mes de marzo, MetroGas se declaró en default al anunciar que suspendió los pagos de capital e intereses sobre la totalidad de su deuda financiera debido a la situación económica local y a los cambios en el contrato de concesión, introducidos por la ley de emergencia pública. Sus pasivos ascendían a US$ 420 millones, de los cuales 90% eran en dólares, contraídos con entidades del exterior. A ésta le siguieron Aguas Argentinas, Telecom y Transportadora Gas del Norte, entre otras.

Entre las razones para estas cesaciones de pagos apareció el demagógico congelamiento de tarifas (aunque en este último trimestre se les ha otorgado un leve aumento) y su pesificación.

También la crisis ha afectado el nivel de morosidad y la reducción del consumo. La falta de crédito para capital de trabajo también ha complicado la ya difícil situación de estas empresas.

Con respecto al resto del empresariado, los datos indican que, a mediados de año eran unas 38 las empresas que habían entrado en cesación de pagos, muchas de las cuales estaban entre los 100 principales deudores del sistema bancario local. Entre éstas podemos encontrar a Multicanal y AGEA, de Grupo Clarín ; Autopistas del Sol (a la que ya le han pedido la quiebra, algo que deberá evaluar su accionista Dycasa), Alpargatas y OCA.

Sin embargo a pesar de la "masacre" económica, pareciera haber esperanzas. Lo más destacable es que, casi sin un plan económico sustentable, sino sólo con medidas para controlar la crisis, el país pareciera estar saliendo lentamente del pozo.

Ya en noviembre los amparos así como los retiros de depósitos fue disminuyendo. Aumentaron los depósitos a plazo fijo, en parte por las altas tasas de interés que se brindaban así como por la percepción de mayor estabilidad.

Otra prueba aprobada ocurrió el 2 de diciembre, cuando se liberaron parte de los depósitos del corralito, y los mismos o permanecieron en los bancos o fueron retirados sin destinarse a la compra de divisas.

Un dato muy importante, proveniente esta vez de la economía real es la mejora de la actividad económica, que es positiva tanto en términos interanuales como mensuales. El desempleo siguió esta tendencia mostrando una disminución, ubicándose en el 17%.

Pero son datos débiles y frágiles. Y falta la palanca bancaria, tal como lo recordó el propio Duhalde. Muchos dicen que las crisis son el mejor momento para cambiar las fallas, ya que es una etapa donde los cambios se dan con mayor facilidad. Tal vez esta crisis nos haya dado esa posibilidad : poner en marcha todos esos cambios. Esperemos no perder la oportunidad.

(*) Lic. en Economía de la UBA, cursando la Maestría en Finanzas de la Universidad de San Andrés.
Correo : soledad@urgente24.info

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