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10 octobre 2003

Crecen los casos de empresas recuperadas por empleados en Argentina

par Pablo Novillo

 

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Ya funcionan unas 90 y hay otras 15 en formación. Algunas fueron marcas conocidas, como Durax y Coventry. La mayoría puede sostenerse económicamente. En total trabajan cerca de 3.000 personas.

Al principio, sorprendían. Las empresas recuperadas por sus trabajadores tenían ese añejo espíritu del cooperativismo, un valor en desuso en pleno auge de la globalización. Tal vez por eso algunos pensaron que, entre problemas legales e improvisaciones, no prosperarían en el tiempo. Hoy, esa certeza parece haber ido perdiendo fuerza : a pesar de sus inconvenientes, en Capital y Gran Buenos Aires ya funcionan unas 90 empresas administradas por sus empleados, de las cuales 20 nacieron en 2003.

No sólo eso : la mayoría de las cooperativas pudo sostenerse económicamente y algunas hasta pudieron sumar trabajadores (en muchos casos, a los hijos de los obreros). Además, al menos 15 empresas cerradas o en proceso de quiebra también podrían pasar este año a manos de los empleados. En total, unas 3.000 personas en Capital y Gran Buenos Aires ya trabajan en este tipo de emprendimientos.

El funcionamiento es similar en casi todas. Una vez conseguida la autorización judicial para hacerse cargo de la firma, los trabajadores se organizan y distribuyen las tareas en base a la experiencia laboral. A la hora de cobrar, algunos reparten las ganancias por partes iguales y otros tienen escalas por tarea o responsabilidad. La mayoría de los sueldos va de ($pesos) $400 a $700.

Para los acreedores corresponde lo que paguen los empleados por comprar las máquinas y alquilar el edificio que utilizan pa ra trabajar. Los plazos de estos pagos varían según el caso, aunque a los trabajadores les suelen dar uno o dos años de gracia.

Eduardo Murúa, presidente del Movimiento Nacional de Empresas Recuperadas, contó : "Si bien los primeros antecedentes de este tipo se registraron a mediados de los ’80, con las industrias Mosconi y Adabor, de Quilmes y Florencio Varela, el fenómeno empezó con fuerza hacia fines de los ’90, cuando muchas firmas empezaron a quebrar."

Los primeros ejemplos de la nueva ola fueron, en 1996, el frigorífico Yaguané (La Matanza), con 480 trabajadores/dueños, y en 1998 la metalúrgica IMPA (Almagro), que hoy tiene 172 empleados (ver IMPA, una...).

Los obreros de estas empresas aseguran que encontraron en este método la única forma de sostener sus fuentes laborales, en lugar de aceptar el cierre de la firma y esperar a que la Justicia les devolviera al menos parte de sus salarios y jubilaciones.

Claro que el proceso no es fácil : recuperar una empresa implica negociar con los acreedores, acordar con la Justicia y enfrentar el doble desafío de juntar plata para adquirir el edificio y las máquinas, por un lado, y de pasar de ser sólo obreros a tener que asumir también el rol de empresarios, por el otro.

El camino se complica porque no hay dos casos iguales en este tipo de empresas. Entonces, los derechos y deberes de cada parte involucrada deben estudiarse y decidirse en cada oportunidad.

Actualmente hay cuatro organizaciones que agrupan empresas recuperadas. Por un lado, los movimientos nacionales de "Empresas Recuperadas" (nuclea a unas 40) y de "Fábricas Recuperadas" (suma unas 35). Aparte, hay dos federaciones. Entre estos grupos no faltan las denuncias sobre que "los otros" usan la movida para sacar réditos políticos. En lo que coincidieron es en que resulta difícil calcular cuánta plata manejan hoy estas fábricas.

Entre las firmas recuperadas, las más comunes son las de rubros clásicos, como el metalúrgico o el de alimentos. Incluso, algunas plantas de marcas conocidas -como Coventry o Durax- hoy las manejan sus obreros. Pero también hay casos de características especiales : flotas de taxis administradas por sus choferes y hasta jardines de infantes con los maestros a cargo.

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