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29 de octubre de 2018

Victoria en Brasil de Bolsonaro con gritos « ¡Viva... Volvió la dictadura! »

por Eric Nepomuceno *

 

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A eso de las ocho de la noche de este domingo, lo que se anunciaba, acorde con las encuestas, se confirmó: el ultraderechista Jair Bolsonaro, un capitán retirado del ejército brasileño, se convirtió en el quinto presidente electo por el voto popular desde el retorno de la democracia a Brasil, en 1985, luego de 21 años de dictadura militar.

Bolsonaro ganó con 55.18 por ciento (57.7 millones de votos) por 44.82 por ciento (46.8 millones de sufragios) de su contrincante, el izquierdista Fernando Haddad, con 99.91 por ciento del escrutinio.

Por primera vez un candidato de extrema derecha que además de declararse misógino, racista y homófobo, defensor de la dictadura y de la tortura, y que aseguró a una colega diputada que no la violaba « porque no lo mereces », que dijo que ningún hijo suyo se casaría con una negra porque todos habían sido « muy bien criados », y que calificó a la ONU (Organización de las Naciones Unidas) de « nido de comunistas », pues sí, alguien de semejante perfil, obtuvo la mayoría de votos del electorado brasileño.

Defensor de un programa económico que se pretende de un liberalismo fundamentalista, retrógrado absoluto en términos de educación pública, el capitán Bolsonaro, una vez oficialmente electo, se pronunció tan pronto se conocieron los resultados oficiales.

En su primera aparición, por una red social, se mostró titubeante leyendo de manera insegura un texto que no parecía ser de su autoría, esparció frases de difícil comprensión, pero destinadas a incendiar los ánimos de sus seguidores más fieles.

Aseguró, entre otras cosas, que librará al país del peligro « comunista o socialista », defenderá a la familia y sus tradiciones, y tendrá como base de decisiones la Biblia y la Constitución.

Luego obtuvo la « bendición » del autonombrado obispo evangélico Magno Malta.

En los pronunciamientos de Bolsonaro hubo una formidable e impresionante secuencia de frases sin conexión y de anuncios confusos, especialmente en lo que se refiere a la economía.

A partir de ahora se abre un espacio amplio y cubierto de niebla respecto de qué pasará en el país latinoamericano más poblado, el más poderoso en términos económicos y el que hasta hace muy pocos años, en los dos mandatos presidenciales de Luiz Inácio Lula da Silva, ocupó un espacio destacado en el escenario global.

Ayer se comprobó que la distancia entre los electores del ultraderechista y de Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT) de Lula, fue significativa: unos 11 millones de votos.

Menos de la diferencia con que Lula fue electo en 2005 frente a Geraldo Alckmin –casi 20 millones de votos–, pero mucho más de los que Dilma Rousseff obtuvo frente a su adversario en 2014, Aecio Neves (unos 4 millones).

La tan esperada « ola » que habían anunciado los seguidores de Haddad, ministro de Educación en el gobierno de Lula y ex alcalde de Sao Paulo, no resultó, aunque sí logró disminuir de manera significativa la distancia que los separaba.

Con eso, se aseguró un espacio sólido para la oposición al gobierno que asumirá el primer día de 2019.

Dicen analistas que lo que se abre en Brasil es una inmensa ventana que exhibe un océano de dudas.

Bolsonaro trató de mostrarse como un candidato ajeno a la política, a pesar de una carrera de casi tres décadas en el Congreso.

El ahora presidente electo, mientras fue candidato, exhibió un formidable talento para anunciar, por voz propia o de sus asesores, medidas que causaron impacto en la sociedad y en sectores específicos de la economía, pero sin mayores consecuencias, por inviables.

Anunció fusiones de ministerios que luego rechazó, medidas radicales de privatizaciones que luego matizó; en resumen, nadie puede saber de verdad qué pretende en el campo de la economía, y menos en los demás rubros.

Esta ha sido la primera disputa electoral en la que no hubo un solo debate cara a cara entre los candidatos, y en que el vencedor se limitó a hacer apariciones por las redes sociales.

Arropado por líderes de izquierda, Haddad se dirigió a la militancia petista en un hotel de Sao Paulo, donde pidió respeto para sus « 46 millones de votantes », en un emotivo discurso en el cual prometió seguir luchando « con coraje » por la democracia.

El ex alcalde de Sao Paulo, de 55 años, fue designado candidato del PT en sustitución de Lula, su líder histórico, quien purga desde abril una pena de 12 años de cárcel por delitos de corrupción y lavado de activos, a la que fue condenado sin que se presentara prueba alguna de su culpabilidad.

El Movimiento de los Trabajadores sin Tierra divulgó en Twitter un video en el que se ve a elementos del ejército en vehículos militares sumarse a las celebraciones en las calles de Río de Janeiro por el triunfo del ultraderechista.

El pasado rabioso de Bolsonaro, su incitación a la violencia, así como el vacío de su discurso, indican tiempos turbulentos.

La noche de este domingo que había sido de luz y alegría en la mayor parte de las ciudades brasileñas, tan pronto de supo de la victoria de Bolsonaro se desataron actos de violencia en varios puntos del país.

Sitios en que se concentraban electores del derrotado Haddad, fueron blanco de acciones relámpago de seguidores de Bolsonaro, con agresiones sin mediar palabra.

Se reportaron, de manera documentada, acciones violentas en más de 20 ciudades brasileñas.

El gran temor, dicen observadores y analistas del muy complejo cuadro brasileño, se refiere no tanto a qué hará el ultraderechista cuando asuma la presidencia, sino qué harán, de aquí y hasta entonces, las muy furiosas milicias que lo respaldan.

Pasadas las siete de la noche (hora local), un grito de júbilo contagió a los miles de seguidores reunidos afuera del departamento de Bolsonaro en Barra de Tijuca, en la zona oeste de Río.

Más tarde, a eso de las 10 y media de la noche (hora local), en Niterói, ciudad vecina a Río (al otro lado de la bahía de Guanabara, separada por 13 kilómetros de puente) surgieron camiones del ejército desfilando a cuenta de nada entre una multitud que gritaba « ¡Volvió la dictadura! ¡Viva! »

¿Quién los convocó? ¿Bajo órdenes de quién dejaron los cuarteles?

Ese es el cuadro con que se enfrentará el país a partir de hoy.

Eric Nepomuceno* para La Jornada desde Río de Janeiro

La Jornada. México, 29 de octubre de 2018, p. 27

*Éric Nepomuceno es un hombre de Letras. Se marchó de su Brasil natal dirección a Buenos Aires en 1973, donde se inició en el mundo periodístico en un idioma que no era el suyo. Allí trabajó como corresponsal del « Diario de São Paulo » y colaboró con La opinión y con la revista « Crisis », dirigida por Eduardo Galeano. En 1976 se mudó a Madrid, donde fue la pluma en España de la revista brasileña Veja. Empezó entonces a colaborar también con « Cambio 16 » y con un neonato diario « El País », pero tres años más tarde volvió a cruzar el charco para instalarse esta vez en México. Nepomuceno volvió a Brasil en 1983 y trabajó de nuevo para « El País », una relación que se alargó hasta 1989. Actualmente es el corresponsal en Rio de Janeiro del periódico argentino « Página 12 ». Además de su faceta periodística, Éric Nepomuceno es escritor y traductor. Ha sido el traductor al portugués de algunos amigos suyos, como Gabriel García Márquez; Julio Cortázar; Eduardo Galeano; Juan Rulfo y otros escritores admirados, como Miguel de Unamuno. Entre sus traducciones se encuentra una joya bizarra, « Fuego en las entrañas », una novela porno que escribió Pedro Almodóvar en 1979 cuando era funcionario de Telefónica.

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